Durante los primeros años de las cámaras digitales, varios modelos llegaron al mercado sin tarjetas de memoria. Fue el caso de las Sony Mavica, que en su lugar empleaban disquetes o CDs de tamaño reducido.
La historia de las cámaras digitales no es tan corta como se puede pensar a priori. En 1975, la mítica compañía Kodak (ahora en horas bajas), desarrolló el primer modelo de cámara digital de la historia. Aunque sus 0,01 megapixeles resultaran anecdóticos, técnicamente cumplía los requisitos para ser considerada como tal. Y claro, en aquella época, la imagen se guardaba en una cinta de cassette y se visualizaba en un televisor. Técnicamente, las tarjetas de memoria no existían.
Lo curioso es que, muchos años más tarde, cámaras convencionales seguían sin apostar por tarjetas como las Compact Flash, eligiendo, en su lugar, estándares antiguos. El ejemplo más representativo de esto son las Sony Mavica (Magnetic Video Camera). En 1997 se lanzó la Sony Digital Mavica MVC-FD5 de 0.3 megapixeles, la primera digital. Lo chocante es que para esa época ya existía, por ejemplo, el formato de tarjetas Compact Flash, presentado en 1994. Frente a ellas emplearon los míticos (a la par que odiados) disquetes de 3.5″ hasta 2002. Puede imaginar el lector el número de fotografías que se podían disparar por unidad. Aunque ocupaban menos debido a la baja resolución, nunca se tuvo la sensación de capacidad ilimitada que hoy ofrece hasta un smartphone.
Otros modelos posteriores apostaron por compact-disc de 8 cm, es decir, un formato muy reducido respecto a los CDs tradicionales. Pero claro, aunque la capacidad aumentaba exponencialmente, el problema era evidente. Al igual que ha ocurrido en ordenadores portátiles o el la PSP de Sony en su momento, utilizar piezas móviles a tantas revoluciones por minuto requiere una cantidad de energía mayor que utilizar piezas sólidas.
Sin embargo, y pese a seguir usando estas soluciones antiguas, Sony lanzó en paralelo su familia Cyber-Shot, que apostaba por las tarjetas propietarias Memory-Stick. Al principio contaban con poca capacidad y resultaban extremadamente caras, pero las ventajas sobre los diskettes y los mini CDs eran evidentes, sobre todo para el público profesional. El mismo camino siguieron en su línea Alpha de cámaras primero réflex y más tarde también sin espejo. El mercado no ha vuelto a salir del modelo de las tarjetas desde entonces, y la pugna se ha centrado en usar modelos universales, como SD (Secure Digital), o cerrados, como el mencionado Memory Stick.
Imágenes: Dave Jones (Flickr) y DPreview.