Científicos confirman el hallazgo de los vasos sanguíneos más antiguos que se conocían hasta la fecha. Se descubrieron en el fósil de un dinosaurio extinto.
Las «carreteras» por las que viaja nuestra sangre transportando oxígeno y nutrientes y recogiendo dióxido de carbono y sustancias de desecho son las arterias, las venas y los capilares. Todos estos «canales» forman parte de nuestro sistema circulatorio, vital para la supervivencia de especies como el ser humano. Tras un sorprendente descubrimiento anterior, científicos de la North Carolina State University han confirmado por fin el hallazgo de los vasos sanguíneos más antiguos que se conocen hasta la fecha.
Los vasos fueron encontrados en un fósil de hace ochenta millones de años, que recoge los restos de un hadrosaurio, un dinosaurio que vivió en el período conocido como Cretácico. Esta especie cuenta también con otros dos récords en la investigación biológica: en 1858 fue el primer dinosaurio conocido por su esqueleto completo, convirtiéndose una década después en el primer esqueleto montado de un dinosaurio.
El descubrimiento realizado sobre dichos vasos sanguíneos demuestra que estos sistemas y las células asociadas pueden conservarse durante ochenta millones de años. La investigación, por tanto, ha permitido descartar que los restos encontrados correspondan a biopelículas de otros organismos vivos o contaminantes diferentes.
Al analizar los antiquísimos vasos sanguíneos hallados, los científicos también vieron que podían verse todavía restos de miosina, una proteína presente en los músculos asociados a estas «redes» por las que circula la sangre. «El trabajo ha sido el primero en realizar un análisis directo de vasos sanguíneos de un organismo extinto, lo que nos permite contar con una oportunidad para entender qué tipos de proteínas y tejidos pueden mantenerse y cómo cambian durante la fosilización», han comentado los investigadores norteamericanos.
De esta forma el hallazgo pasa de ser algo meramente anecdótico a servir en el estudio de la biología y de la evolución de las diferentes especies. La disciplina que abarca la investigación de estas muestras se denomina paleoproteómica y pretende determinar cómo cambian las proteínas en períodos tan largos como ochenta millones de años. El trabajo ha sido publicado en la revista Journal of Proteome Research y puede sentar las bases para conocer la adaptación de animales como este dinosaurio a un entorno tan cambiante como lejano en el tiempo.
Imágenes | M. Schweitzer, NC State University, Peter Rivera (Flickr)