Cualquier industria tiene sus propios problemas relativos a la desigualdad. Pero quizá las relacionadas con el mundo artístico se llevan la palma.
Para observar la desigualdad en el mundo de las artes podemos tomar como ejemplo metafórico los icebergs. La punta sería el grupo reducido de artistas que llegan a alcanzar la fama por sus trabajos. La parte que está sumergida bajo el agua conforma el resto de artistas que, pese a dedicarse a ello, no pueden llegar a ganarse la vida de esa forma.
La desigualdad dentro del mundo cinematográfico
Un grupo de matemáticos de la Queen Mary University of London (QMUL) ha realizado un estudio sobre el mundo laboral dentro del ámbito cinematográfico a nivel mundial, con una muestra total de 2.390.501 de actores (1.521.472 hombres y 869.029 mujeres), es decir, todos aquellos que figuran en la base de datos de Internet Movie Database (IMDb).
Los datos que han recogido y las conclusiones a las que han llegado los autores no son nada halagüeñas para cualquier joven actor que esté pensando comenzar una nueva carrera en el campo de la actuación.
La estadística del estudio también nos descubre que, de los más de dos millones de actores consultados en la base de datos, el 69% de hombres y el 68% de mujeres tuvieron una carrera cinematográfica de únicamente un año de duración, con solo un papel en su haber.
Siguiendo con la metáfora de los icebergs, en la punta se encuentra el 0’0034% de actores masculinos, y el 0’0022% de actrices femeninas con 100 o más películas a sus espaldas. En este grupúsculo están hitos de la interpretación como Christopher Lee o el español Fernando Rey.
Una de las conclusiones más relevantes a las que se ha llegado a través del estudio es la confirmación del efecto Mateo. Es decir, la riqueza llama a la riqueza, y la pobreza a la pobreza. Así, los actores que tienen más papeles, a la larga, consiguen más papeles; y los que menos, se estancan.
Por lo tanto, y como hemos dicho antes, el oficio actoral no es de los más proclives atendiendo a su igualdad, porque observando cómo se encuentra el panorama actual, parece que el mundo real y el de las estrellas está tan alejado como el suelo del cielo.