HTML5 está llamado a triunfar. Tanto empresas como techies son conscientes de su importancia a corto y medio plazo, pero ¿por qué? Quizás antes de abordar los motivos de su tan cacareado posible éxito habría que explicar qué es exactamente. La definición de andar por casa sería algo así como un nuevo entorno de desarrollo de aplicaciones y servicios de carácter universal.
Es justamente la palabra “universal” la que da el primer motivo de tanta expectación. ¿Te han recomendado alguna vez una aplicación disponible para Android pero resulta que no está en tu iPhone? ¿Te ha pasado lo contrario? HTML5 acabará con este problema.
Imaginemos que a un desarrollador se le ilumina la bombilla y se adentra en el desarrollo de una aplicación concreta. Para que sea una realidad, ha de ejecutar casi el mismo trabajo varias veces. Tiene que programar código para IOs, para Android, para PC… En resumen, debe multiplicar el código tantas veces como en tantos dispositivos desee esté presente.
Muy al contrario, HTML5 es universal. Una vez finalizada la aplicación, ¡voilà! ya se puede trasladar sin problemas a múltiples dispositivos. Se trata de una cualidad con la que se acaban los quebraderos de cabeza para la comunidad desarrolladora, que al fin y al cabo tiene que jugar un papel fundamental en el impulso de este entorno de desarrollo.
El segundo punto por el que HTML5 es una garantía reside en su carácter abierto. Es decir, cualquiera puede modificar, mejorar, ampliar o inventarse nuevos servicios sobre aplicaciones ya desarrolladas. Por decirlo de alguna manera, HTML5 derriba las barreras que otros entornos de desarrollo han levantado. Esos entornos permitían la creación de una aplicación, pero ésta era intocable, nadie podía modificarla bajo ningún concepto. Algo que va a cambiar y no cabe duda de que es una ventaja.
Tanto empresas como desarrolladores anónimos están llamados, casi sin quererlo, a formar parte de una extensa red colaborativa que pondrá cerebro a aplicaciones y servicios, para depurarlos al máximo y hacerlos mejores, a la carta. Larga vida a HTML5.
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