Me encanta cuando me hablas como si fuera un motor de búsqueda.
¿No es horrible cuando la gente habla delante de ti de cosas que no entiendes con alguien más importante?
Vale, de acuerdo, puede que a ti no te pase. Pero a mí me pasa todo el tiempo, digamos unas 100 veces al día, por lo menos, y es bastante humillante.
¿Tan doloroso es? Bueno, digámoslo así. Es como que te tomen por tonto y que pasen de ti en el trabajo, y de pronto darte cuenta de que es evidente que todo el mundo te está ignorando. Yo sé de qué hablo, aunque tú no lo sepas.
Gracias a una combinación de cloud computing, la Internet of Things y el abandono de las buenas costumbres heredadas, ahora todas esas humillaciones parecen lo más fascinante del mundo. Ahora hay todo un nuevo paradigma de degradación disruptiva.
Si la información es el nutriente esencial del ecosistema digital, ahora los humanos estamos obligados a alimentarnos de las migajas que caen de la mesa de las máquinas.
Ahora mucha gente prescinde de mí para hablar directamente con una máquina. Parece que es como si ahora R2D2 fuera mi jefe. Que te ignore un humano que está más arriba en la jerarquía es horrible, pero es mil veces más molesto cuando es un objeto inanimado el que pasa de ti.
Al parecer, ahora mi opinión es extremadamente insignificante comparada con la de un autómata que se llama Al. También conocido como el Gran Al. O, para llamar por su nombre completo a este diabólico artilugio electrónico, Al Goritmo.
Hace años que está teniendo lugar este traspaso de poderes, pero todos estaban demasiado ocupados para ponerme al tanto. Debían estar entretenidos con el Sr. Goritmo y los demás mecanismos robóticos alfa. Hasta la semana pasada, cuando una importante gurú de las relaciones públicas se apiadó de mí. Supongo que lo haría por alguna especie de obligación de responsabilidad social, ojo, pero fue útil, porque explicó por qué todos los comunicados de prensa, documentos técnicos, informes y todas las formas de comunicación están escritos ahora en un idioma impenetrable.
Ya no están escritos para humanos, dijo. Están escritos para motores de búsqueda. Por eso están casi siempre llenos de muletillas empresariales, de nombres de productos que parecen números de serie y de una jerga que no significa nada en ningún idioma humano. Es porque no se trata de material escrito para consumo humano. Está fundamentalmente dirigido a la comunidad de Algoritmos que trabaja para motores de búsqueda como Google o Bing.
Esto explica por qué en tantas comunicaciones empresariales se repiten las mismas cosas una y otra vez. Me refiero a repetir la misma información, que, por confusa que sea, se incluye en cada publicación. Permíteme reiterar: las cosas se dicen por triplicado, para complacer a los buscadores de Google. Pero esas frases clave tampoco se repiten demasiadas veces, pues los motores de búsqueda están empezando a aprender a desconfiar de las repeticiones obvias.
Ahora mucha gente prescinde de mí para hablar directamente con una máquina.
Esto hace que los mensajes sean desconcertantes para la mayor parte de los seres humanos normales, que no solemos asimilar la información por medio de fórmulas matemáticas y no la clasificamos según las mismas prioridades, inhumanas y brutales. Pero las agencias que producen estos galimatías se preocupan bastante menos por los humanos que por las máquinas. Por eso no tienen tiempo de humanizar el mensaje y de hacerlo comprensible para los que no tenemos exoesqueleto.
Así que a nosotros nos dan las sobras que dejan las máquinas. Si la información es el nutriente esencial del ecosistema digital, ahora los humanos estamos obligados a alimentarnos de las migajas que caen de la mesa de las máquinas.
Y eso duele.
Vale, eres demasiado inteligente y sensible y a ti no te pasará, pero estos son algunos síntomas claros de la decadencia, por si te los encuentras por ahí. Si ves que alguno de tus amigos los tiene, por ejemplo, puedes ir y hacer una de esas «intervenciones» que tan de moda están ahora entre los tuiteros de élite.
Fíjate en cualquiera que repita tres veces las mismas cosas, que meta con calzador en el encabezado horribles nombres de productos, que utilice mayúsculas y MINÚSCULAS MEzcLAdaS sin lógica, que ignore cuanta regla gramatical utilizamos los seres humanos o que prescinda de esas convenciones del diseño gráfico que los diseñadores han necesitado siglos para desarrollar. Son síntomas de que al autor, en realidad, le importa un cuerno que a ti te duelan los ojos al leerlo. A quienes se dirigen es a las máquinas. Tú no importas.
Lo que es curioso, porque las máquinas no son más inteligentes que nosotros. Y no tienen sentimientos, como nosotros. Al menos, no todavía.
Estoy totalmente a favor de la Internet of Things y de las comunicaciones machine-to-machine. Pero no tiremos al bebé con el agua del baño.