En el ciclismo profesional, las cámaras suelen enfocarse en el corredor que cruza la meta con los brazos en alto. Sin embargo, detrás de esa imagen icónica se esconde un trabajo silencioso y decisivo: el de los gregarios. Son los héroes invisibles que renuncian a la gloria individual para hacer posible la victoria de otro. Sin ellos, ningún líder llegaría a levantar los brazos en el podio. Y, precisamente, ellos son los nuevos protagonistas de Mejor Conectados, la iniciativa de Telefónica.
La palabra «gregario» procede del latín gregarius, que significa «perteneciente al grupo». Y no puede haber definición más precisa. En un pelotón, los gregarios son los guardianes del líder: lo protegen del viento, lo abastecen de agua y comida, marcan el ritmo para desgastar al rival y hasta sacrifican sus opciones personales para que su jefe de filas llegue con fuerzas al momento decisivo.
El papel invisible de los gregarios en el ciclismo
Luis Pasamontes, ex ciclista del Movistar Team, lo resume con claridad: «Si estoy dejándome la vida para entrar décimo, quizá sea más inteligente poner esa energía en ayudar a alguien a ganar». Ese cambio de mentalidad es el que define a un auténtico gregario. Su misión no es figurar en la clasificación general, sino vaciarse para que otro cruce la meta en primer lugar.
Eusebio Unzué, director histórico del Movistar Team, siempre lo ha tenido claro: ningún campeón gana solo. Hace falta un ejército de corredores dispuestos a renunciar a su protagonismo. Chente García Acosta, otro histórico del equipo, lo resumía con una frase que vale para cualquier ámbito: «Si juntas un grupo de buenos gregarios, el trabajo sale mucho más fácil».

La paradoja del ciclismo es que se trata de un deporte colectivo en el que solo gana uno. Perico Delgado recordaba una anécdota de su compañero Jesús Rodríguez Magro: «Un día su hijo le preguntó: Papá, ¿por qué no ganas nunca?». Y es que muchas veces resulta difícil explicar fuera del pelotón que, aunque no aparezcan en los titulares, los gregarios son tan importantes como el líder al que ayudan.
Más allá de las carreteras, la figura del gregario se convierte en una metáfora poderosa. También en la vida cotidiana dependemos de esas personas invisibles que hacen posible que todo funcione: el técnico que garantiza que haya luz en casa, el asistente que respalda al investigador principal, el sanitario que trabaja en la sombra para que un cirujano pueda operar. No suelen aparecer en portadas, pero sin ellos nada sería posible.
Ser gregario, en definitiva, no es perder. Es otra forma de ganar. Es aceptar que el verdadero éxito está en formar parte de un logro colectivo, en poner tu talento al servicio de un objetivo mayor. En el ciclismo, como en la vida, no hay campeón sin gregarios.