La herramienta CRISPR-Cas9 prometía ser eficaz frente al VIH. Un nuevo trabajo, sin embargo, apunta que el virus podría esquivar su acción.
El virus de la inmunodeficiencia humana, más conocido como VIH, causó estragos en la década de los ochenta. El ataque que provoca contra el sistema inmunológico debilita las defensas de los pacientes, que finalmente terminan desarrollando el síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA.
Desde aquel entonces, la investigación ha mejorado considerablemente el pronóstico de los pacientes infectados por VIH. En España, por ejemplo, el 92% de los afectados recibe tratamiento antirretroviral, una terapia que ha permitido «cronificar» la enfermedad. No corren la misma suerte personas de otras latitudes, ya que el 57% de individuos en todo el mundo no puede acceder a este tipo de medicamentos.
El «Messi» vírico
Una nueva esperanza contra el VIH se ha abierto paso también con las nuevas herramientas de la biología molecular. Y, en particular, con el famoso «bisturí molecular» de CRISPR-Cas9. En 2014, por ejemplo, científicos de Estados Unidos consiguieron editar genes de células para evitar que fueran infectadas por el VIH.
Hace solo unas semanas, investigadores también lograron eliminar la infección del VIH de un tipo de células del sistema inmunológico. Pero al igual que las células cancerosas pueden adquirir resistencia frente a terapias antitumorales, o las bacterias son capaces de desarrollar «escudos» para sortear a los antibióticos, el VIH parece esquivar la acción de CRISPR-Cas9.
Algunos cambios en el virus, más conocidos como «mutaciones» a nivel técnico, permiten que el VIH sea capaz de huir del «corta y pega» del bisturí molecular. Un resultado imprevisto que muestra que CRISPR-Cas9 debe ser estudiado con mayor detalle para poder ser empleado de manera eficaz como antiviral.
Para que esta nueva herramienta de edición genómica sea eficiente, los investigadores deben encontrar una homología perfecta entre la secuencia de ADN y el virus. Es decir, debemos hacer que las piezas del puzzle encajen perfectamente. En caso contrario, el VIH será capaz de modificar su material genético para esquivar la acción de CRISPR-Cas9. La conclusión de este nuevo estudio, publicado en Cell Reports, es un importante varapalo para la búsqueda de nuevos fármacos contra el virus que produce a la larga el SIDA. Sin embargo, los resultados no deben sorprendernos.
Al fin y al cabo, el VIH tiene una capacidad para mutar muy rápidamente, con lo que es una suerte de «Messi» vírico: regatea muy eficazmente a sus rivales sin que las defensas puedan hacer mucho. Las conclusiones del trabajo, aunque no descartan el empleo de CRISPR-Cas9, sí demuestran que queda un largo camino hasta que esta tecnología pueda ser usada contra el virus.
Imágenes | CDC/ C. Goldsmith (Wikimedia), NIAID (Flickr)