Siempre he pensado que lo que diferencia básicamente a unas personas de otras es precisamente el conjunto de capacidades que tienen para percibir el mundo de maneras distintas. Y ahí reside parte de la grandeza de la humanidad. Entre todos, el cuadro puede ser mucho más rico, más colorido, más fino, más perfilado. Cada interpretación ayuda a componer el mosaico, aunque éste nunca será completo.
¿En qué consiste entonces la realidad? ¿Es real lo que vemos? ¿Ves tú lo mismo que yo? ¿Puede la tecnología ayudarnos a percibir mejor el mundo?
Las tres primeras preguntas son difíciles de contestar y probablemente son objeto de otros campos de conocimiento como la filosofía. El objetivo de este post (y otros más que compondrán una serie) se centra pues en responder a la cuarta pregunta y quiere profundizar en la descripción de un conjunto de tecnologías que ayudan a mejorar la percepción del mundo: la realidad la aumentada. El informe completo, en PDF, del que se ha realizado esta síntesis puede descargarse desde la web de Fundación Telefónica.
El concepto de realidad aumentada (en inglés Augmented Reality o AR) agrupa aquellas tecnologías que permiten la superposición, en tiempo real, de imágenes, marcadores o información generados virtualmente, sobre imágenes del mundo físico. Se crea de esta manera un entorno en el que la información y los objetos virtuales se fusionan con los objetos reales, ofreciendo una experiencia tal para el usuario, que puede llegar a pensar que forma parte de su realidad cotidiana, olvidando incluso la tecnología que le da soporte. Es por ello que la realidad aumentada pueda ser entendida como una tecnología que ofrece una nueva lente para ver el mundo, para percibirlo de una manera “aumentada”.
Los adelantos en dispositivos móviles, fundamentalmente en los smartphone, pero también en diferentes tecnologías que combinan el mundo real con la información virtual, han dado lugar a que hoy en día podamos disfrutar de estas aplicaciones y que la realidad aumentada esté ya posicionada para entrar en el sector de consumo de forma generalizada. Pero el elemento esencial en este mix que compone la realidad aumentada es la disponibilidad de conectividad permanente ya que precisamente la potencialidad de gran parte de estos servicios es poder acceder a la información digital complementaria a la del mundo físico actualizada en tiempo real y eso sólo es posible gracias a las infraestructuras y redes de telecomunicación.
De manera simplificada, por lo tanto, para componer un servicio de realidad aumentada son necesarios 4 ingredientes básicos:
- Un elemento que capture las imágenes de la realidad que están viendo los usuarios. Por ejemplo una sencilla cámara de las que están presentes en los ordenadores o en los teléfonos móviles.
- Un elemento sobre el que proyectar la mezcla de las imágenes reales con las imágenes sintetizadas. Para ello se puede utilizar la pantalla de un ordenador, de un teléfono móvil o de una consola de videojuegos.
- Un elemento de procesamiento, o varios de ellos que trabajan conjuntamente. Su cometido es el de interpretar la información del mundo real que recibe el usuario, generar la información virtual que cada servicio concreto necesite y mezclarla de forma adecuada. Nuevamente encontramos en los PCs, móviles o consolas estos elementos.
- Un elemento que podría denominarse “activador de realidad aumentada”. En un mundo ideal el activador sería la imagen que están visualizando los usuarios, ya que a partir de ella el sistema debería reaccionar. Pero, dada la complejidad técnica que este proceso requiere, en la actualidad se utilizan otros elementos que los sustituyen. Se trata entonces de elementos de localización como los GPS que en la actualidad van integrados en gran parte de los smartphones, así como las brújulas y acelerómetros que permiten identificar la posición y orientación de dichos dispositivos, así como las etiquetas o marcadores del tipo RFID o códigos bidimensionales, o en general cualquier otro elemento que sea capaz de suministrar una información equivalente a la que proporcionaría lo que ve el usuario, como por ejemplo sensores. En un caso ideal, algunos de estos elementos podrían llegar a eliminarse. Esto ocurriría si se consigue, por ejemplo, proyectar la información sintetizada de forma que el ojo sea capaz de verla, bien sobre unas gafas, directamente sobre la retina, o con alguna técnica holográfica avanzada.
Las tecnologías de realidad aumentada vienen pues a completar nuestra visión del mundo ampliándonos la percepción y ayudándonos a componer un mosaico con una granularidad cada vez más fina y perfeccionada.
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