Quizás sea el hecho de que ambas herramientas son ampliamente utilizadas para enmascarar la dirección IP, lo que ha terminado por hacer creer a la gente que un Proxy y un VPN son lo mismo.
Un proxy es un intermediario entre dos computadores que permite conectar un cliente que está solicitando recursos a otro servidor sin que este sepan a quién va dirigida la información. Por ejemplo, cuando abrimos una web desde el navegador, estamos haciendo una petición al servidor que aloja ese sitio para que envíe la información a nuestro ordenador. Normalmente, sin la intervención de un proxy, quién envía la información puede saber nuestra dirección IP y otros tipos de datos relacionados directamente con el cliente (nosotros) que pueden revelar nuestra identidad.
Cuando utilizamos un proxy, este forma una especie de barrera entre nosotros y el servidor al que solicitamos los datos. Es el intermediario entre tu y un sitio web que en lugar de recibir tu IP y tus datos, recibe los del proxy.
Con un proxy actuando como intermediario en tu tráfico de Internet, toda la actividad que lleves a cabo parecerá venir de otro lado. Un proxy puede engañar a una web y hacerla creer que en lugar de estar en un determinado país, estás en otro.
Entonces, ¿Qué hace un VPN que no hace un Proxy?
Simple: un VPN cifra todo el tráfico que pasa a través de él, un Proxy no hace esto.
Lo único que hace un servidor proxy es esconder tu IP. Usualmente no se deshacen de ningún tipo de identificador adicional que puede revelar tu identidad. Esto quiere decir que cualquiera con acceso a los datos que transmites a través de tu red podría espiar tu tráfico: el gobierno, tu ISP, cualquiera conectado a la misma red Wi-Fi, software malicioso en tu navegador, etc.
Un VPN en cambio es un asunto completamente diferente. Sí, un VPN también sirve para enmascarar tu IP y hacer creer a un sitio web que estás en otro lugar, pero el concepto va más allá de simplemente eso.
Una Red Privada Virtual te permite crear una conexión segura a otra red y todo el tráfico que pasa por ella está asegurado y protegido. El VPN captura todo el tráfico del dispositivo donde esté instalado y al contrario de un proxy que solo actúa como intermediario entre una aplicación única, el VPN cifrará todo lo que se transmita desde tu ordenador.
Es como si se creara un túnel completamente privado entre tu ordenador y una red remota que a su vez te conectará con el resto de Internet.
En conclusión, si lo único que necesitas es ocultar tu IP o hacer creer a un sitio web que estás en otro lugar, con un Proxy te basta y sobra. Pero si buscas seguridad, privacidad y anonimato, necesitas un VPN. Los primeros no tienen ningún costo de ancho de banda, pero el VPN sí, y es por ello que no conseguirás ninguno que te ofrezca un servicio ilimitado completamente gratuito. Mientras mejor sea el cifrado y mientras más rápido funcione, más costoso será.