La empresa israelí BrainQ explora las posibilidades médicas que tendría un chip en el cerebro, que no tuviera que implantarse mediante cirugía.
La función por la que son más conocidas las interfaces cerebrales es la comunicación. Estos sistemas, que permiten la interacción directa entre cerebro y ordenador, se emplean para dictar comandos a una máquina. Es su uso más habitual. Al menos el que se espera que sea el más común, pues la tecnología aún se encuentra en desarrollo.
Sin embargo, no todas las aplicaciones de las interfaces cerebrales pasan por un acto de comunicación voluntario. De hecho, una de las grandes posibilidades de esta tecnología es la recopilación de la información. En este punto se mueve la startup israelí BrainQ.
La intención de BrainQ es crear un dispositivo de encefalografía (EEG) que en el futuro pueda ser utilizado para curar al usuario que lo lleva. Se trata de colocar un chip en el cerebro del paciente –no literalmente, pues la empresa no quiere usar métodos de cirugía– para obtener datos sobre el funcionamiento de sus conexiones neuronales.
El primer objetivo, en los experimentos que BrainQ está llevando a cabo, es registrar la actividad neuronal de pacientes que han sufrido un derrame cerebral o tienen una lesión de médula espinal. Saber más sobre cómo funciona su cerebro puede ayudar al tratamiento de sus dolencias.
No es la única empresa que se ha propuesto emplear los EEG para mejorar el trato a las personas con lesiones que afectan al cerebro. Pero BrainQ tiene un enfoque más amplio de lo que suele ser costumbre. Empezará por los afectados por lesiones de médula y derrames cerebrales, pero también quiere estudiar el Alzheimer. La idea sigue siendo la misma. Observar cómo funcionan las neuronas para poder mejorar los resultados de tratamiento.
Entender cómo funcionan las conexiones neuronales y poder complementar la actividad eléctrica del cerebro puede resultar clave para mejorar el tratamiento o la vida, en general, de las personas que tienen algún tipo de afección que limita al sistema nervioso. Los EEG han sido capaces de llevar a cabo proezas técnicas, como hacer que una antigua violinista vuelva a componer música. Un código de colores se traducía en notas musicales mediante la concentración mental en esta paleta de tonalidades. Sin duda este tipo de tecnología puede traer beneficios a los afectados de parálisis y otras dolencias similares.
Imágenes: geralt, Grey Cells