Cómo funciona el cine en 3D y por qué no llega a triunfar

Agárrate a la silla porque vienen curvas: el cine en 3D no es un invento del siglo XXI. Así es, aunque parezca imposible, el primer sistema de este tipo de cine se planteó en 1890 por William Freese-Greene, fotógrafo e inventor inglés. Desde ese momento, los intentos han sido infinitos, siendo el último y más mediático el que hizo James Cameron con ‘Avatar’ en 2009.

El fotógrafo e inventor inglés, William Freese-Greene, fue uno de los primeros en pensar en el cine en 3D. Sin embargo, no se empezó a perfeccionar la técnica hasta diez años después, cuando Frederick Eugene Ives impulsó la cámara de dos lentes.

Después, se trabajó en la separación de la imagen basada en dos colores. Fue entonces cuando se introdujeron las gafas con cristales de dos colores, que todos relacionamos con el 3D. Aunque desde principios de siglo se podían ver algunas proyecciones, no fue hasta el 10 de junio de 1915 en Nueva York cuando se proyectaron las primeras obras audiovisuales que podían considerarse cine en tres dimensiones. Estas obras fueron tres cortos de escenas rurales de Estados Unidos y un documental de las Cataratas del Niágara, entre otros.

El tiempo pasó sin novedades hasta los años 50, cuando el cine en 3D experimentó un nuevo acelerón por la llegada de la televisión. Bwana, diablo de la selva es conocida como la primera película en color que utilizó esta técnica. Fue un éxito en taquilla, aunque el resultado no estaba muy logrado, pues tenían que interrumpir la proyección para ajustar los dos rollos de película que debían proyectarse a la vez (sistema ideado por M.L. Gunzberg). Y, además, el efecto tridimensional solo se conseguía en los asientos centrales.

El guionista, productor y director Arch Oboler, después del éxito de Bwana, diablo de la selva, dio un gran empujón al mundo del 3D con la creación del Space-Vision 3D. A partir de este momento, las imágenes se superponían en la misma tira de película y solo se necesitaba un equipo con una lente especial. El nuevo sistema cobró sentido con la película The Bubble en 1966. Esto permitió que la producción fuera más barata y menos compleja.

En los años 80 hubo una revolución con los cines IMAX

En el sistema IMAX 3D el truco está en dos lentes, una para cada ojo. En un rollo de película se almacena la grabación para el ojo izquierdo y en otro para el ojo derecho. Al proyectarlo se hace de forma simultánea. Aunque el primer film que se estrenó en este tipo de cine fue Space Station en 2002, no fue hasta dos años después cuando The Polar Express se convertiría en un boom comercial.

A pesar de que cada año se suele estrenar al menos una película en 3D, este tipo de cine no ha conseguido encontrar su lugar entre los espectadores. El cine lleva intentándolo desde hace casi 100 años, pero todavía hay muchos que afirman que los films en tres dimensiones les marean y que prefieren ver la película “normal”.

Ahora, la industria cinematográfica, que no se conforma, está intentando introducir el cine en 4D, ¿lo conseguirá? ¿O se resistirá como lo lleva haciendo durante tanto tiempo el 3D?

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