El NFC o near field communication no es una tecnología nueva. De hecho, se ha hablado tanto de ella en los últimos años que el término ya empieza a desgastarse. Propuesta y debatida como la esperanza para dar un verdadero empujón a los pagos móviles, esta forma de comunicación inalámbrica tuvo sus comienzos con el NFC Forum, que sirvió para definir sus estándares. Esta plataforma la fundaron en el año 2004 los fabricantes Nokia, Philips y Sony. A día de hoy son más de 150 miembros los que la integran.
Nueve años después de la constitución del NFC Forum la tecnología aún no ha despegado como medio para los pagos móviles. Pero son muchos los smartphones equipados con ella y ya existen múltiples usos. Algunos de éstos han sido propiciados por compañías, que han empleado el NFC en la programación de sus aplicaciones, pero otros muchos están al alcance de los usuarios, que pueden personalizar a su gusto las smart tags NFC, unas etiquetas físicas con chip incorporado en el que se puede introducir código.
Hay que tener en cuenta que el NFC es una tecnología inalámbrica de comunicación. Es decir, permite el paso de información – del tipo que sea– de un punto a otro o viceversa. Por ello, los fabricantes de dispositivos han encontrado una forma de promocionar esta vertiente de sus smartphones, presentándola como una forma de compartir contenido con amigos.
Las opciones promocionadas por los fabricantes de dispositivos
Samsung, Sony, HTC, LG, Nokia… Son varias las marcas punteras de dispositivos móviles que han incorporado NFC a sus terminales. Quizá esperando que despeguen los pagos móviles, pero mientras tanto están introduciendo aplicaciones y medios para utilizar esta tecnología. El Galaxy S IV permite a los usuarios intercambiar archivos y documentos gracias a una aplicación.
Éste es uno de los usos más comunes. Fotos, vídeos, documentos de trabajo y otros datos en cualquier tipo de formato pueden ser intercambiados entre dos terminales. Son varios los fabricantes que han facilitado esta funcionalidad y sus teléfonos incorporan por defecto los medios necesarios para llevar a cabo esta acción. Sin embargo, hay compañías que han ido más allá, introduciendo las etiquetas NFC en otros dispositivos. Sony lo ha hecho con sus equipos de sonido, que mediante un toque empiezan a emitir la música del smartphone.
Programando las smart tags
Pero quizá la parte más creativa se encuentra en las smart tags, que son programables por los usuarios. Las etiquetas NFC, pequeñas medallas o tarjetas, contienen un microchip capaz de almacenar órdenes y enviarlas mediante este tipo de comunicación a un smartphone. Este componente personal amplía de manera considerable las posibilidades. No hace falta que las empresas estén detrás de esta tecnología, empujándola y a la vez delimitando sus usos.
Otro de los usos más naturales de las etiquetas NFC, que se pueden adquirir en diversos lugares a través de la red, es actuar como sustitutos de los códigos QR. Esta tecnología que nunca ha llegado a despegar del todo lleva al usuario a un enlace o da acceso a un archivo mediante su descarga. En museos y exposiciones se pueden colocar smart tags ofreciendo información complementaria a la muestra.
Pero también se pueden utilizar las etiquetas para automatizar tareas cotidianas que realizamos día a día. Pongamos que un usuario, al levantarse lo primero que hace es comprobar su correo y entrar a ver las noticias del día. Podría programar una smart tag para que cuando acerque su smartphone se actualice su bandeja de entrada y el terminal entre en su aplicación preferida de noticias.
Siguiendo con los ejemplos cotidianos, un directivo de una empresa puede programar una smart tag para que conecte con su aplicación de mensajería instantánea del smartphone y envíe un texto predeterminado a todos los contactos de un grupo de trabajo. De esta forma, podría recordar a sus empleados que ese día tienen una reunión con él.
También sería posible crear varias etiquetas que conecten con la aplicación Spotify del smartphone. De esta manera, al llegar a casa y conectar el terminal a los altavoces, automáticamente una lista de reproducción determinada empezará a sonar. Mientras que en la oficina el usuario tendrá una smart tag que conduce a otro grupo de canciones, más adecuadas para el trabajo.
Es posible tener una etiqueta NFC en el coche y adecuada a las circunstancias. De tal forma que cuando nos sentemos y coloquemos el smartphone cerca, éste active el GPS y se prepare para utilizar el modo manos libres. Para un negocio, como una tienda o un bar, también puede ser útil colocar una smart tag que redirija a su sitio en Foursquare o a su página de Facebook. Incluso podrían incluir un algoritmo que determinara que cada cierto número de personas que leyera la etiqueta a una de ellas le tocaría un regalo.
Tarjetas de visita NFC
También fruto de la programación de las etiquetas NFC surge la posibilidad de usar esta tecnología para crear tarjetas de visita. Las bases para llevar a cabo esta tarea las ha puesto la empresa MOO, que comercializa estos componentes modificados a su antojo para incluir la información requerida.
La compañía vende sus propias smart tags con tarjetas de visita para empresa. De esta forma, , en lugar de ofrecer la típica cartulina con datos poco usables como el correo electrónico o una URL, el usuario ofrece la etiqueta NFC para que la otra persona la reciba en su smartphone. Aparte de la información típica, se puede dar la orden de abrir Google Maps con la ubicación del negocio, mostrar la página de Facebook o el perfil de LinkedIn, entre otras funcionalidades. MOO ha lanzado también un software para Android que permite personalizar smart tags de esta manera.
Imagen: wetwebwork