Las centrales térmicas de carbón que funcionan sobre suelo francés dejarán de hacerlo a partir del año 2021, según ha confirmado el presidente Emmanuel Macron.
En Francia las centrales térmicas de carbón tienen sus días contados. Los planes del gobierno francés, anunciados por el anterior presidente François Hollande, fijaron el fin de esta fuente energética en 2023. Pero el actual mandatario francés Emmanuel Macron adelantará el cierre de estas plantas a 2021.
Los planes ya se habían aireado, pero Macron los confirmó en el Foro Económico de Davos. Son entre tres y cuatro años de plazo para cerrar todas las centrales térmicas de carbón que hay en Francia. Lo cierto es que el movimiento suena ambicioso, pero a nivel energético es bastante factible.
Y es que, en el mix energético francés el carbón solo representa un 1%. En este sentido, el combustible fósil es prácticamente irrelevante. La producción eléctrica que deje vacante el carbón podrá suplirse fácilmente invirtiendo en renovables en estos años. Los problemas del cierre de centrales estarán más relacionados con factores sociales y con el desmantelamiento de las infraestructuras.
Sin embargo, el anuncio del presidente francés, más en una cumbre como la de Davos, es un símbolo. En el Foro Económico Mundial de este año la visibilidad de la problemática energética ha sido importante. El impacto que el Cambio Climático puede tener en la economía de los países ha sido evidente.
El cierre de las centrales de carbón es toda una declaración de intenciones. Aunque bien es cierto que la mayor parte de la energía en Francia la generan las plantas nucleares. Este tipo de instalaciones, si bien no lanzan emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, sí generan residuos peligrosos. Algunos de estos pueden tardar miles de años en desintegrarse, con lo que es difícil pensar en un modelo energético futuro que tenga a la fisión nuclear como principal fuente de energía.
Las iniciativas para reducir o abandonar el carbón se suceden en los últimos años. En Alemania, donde han avanzado a buen ritmo hacia un modelo energético orientado hacia las renovables, hay proyectos interesantes, como la transformación de una mina de carbón en una batería gigante surtida por energía limpia. La mina de Prosper-Haniel, vestigio de la Segunda Revolución Industrial, cierra este año. Pero las instalaciones no se abandonarán sino que se convertirán en un sistema de acumulación eléctrica basado en el flujo de agua.
Imágenes: Yoav Lerman, Paul Figdor