El avance imparable de la tecnología plantea muchas preguntas. Algunas de ellas, de carácter más filosófico que técnico. El campo de la inteligencia artificial es uno de los que se presta con más facilidad para ello. ¿Puede el hombre crear una máquina racional?
Esa es una de las cuestiones que se plantearon en The Singularity Summit, un evento de robótica, inteligencia artificial y tecnologías emergentes que se celebra en Estados Unidos. Cientos de las mentes más brillantes en esos campos se dieron cita en San francisco. Entre ellos, ingenieros de Google o IBM, preparados para hacer networking y atender a las charlas de los expertos.
¿Serán los ordenadores más listos que nosotros?
Por suerte o por desgracia, la inteligencia artificial tiene todavía unas capacidades muy limitadas. Aunque el ordenador Deep Blue derrotase jugando al ajedrez al campeón del mundo o, más recientemente, Watson ganase en el programa Jeopardy!, las posibilidades de esas máquinas están todavía muy lejos de poder compararse con nivel de raciocinio que tienen los seres humanos. Al fin y al cabo, la suya está supeditada a la imitación de patrones. Por ahora, todavía está lejos el día en el que las historias de ciencia ficción se hagan realidad. Pero ¿y si se consiguiese evolucionar a una inteligencia artificial mucho más potente? ¿Y si el desarrollo tecnológico fuese mucho más rápido que hasta ahora?
La singularidad
El concepto de singularidad es otro de los puntos que se tocaron durante The Singularity Summit, y es que de este término sale su nombre. Se referiere a un posible progreso científico tan avanzado en el que la tecnología acabase por superar las capacidades de la mente humana, provocando un cambio radical. Hay muchas versiones sobre cómo será el futuro si realmente esa singularidad tuviese lugar y todas coinciden en que el universo tal y como lo conocemos sería alterado dramáticamente.
Esta teoría, que está lejos de ser confirmada, tiene mucho que ver con la inteligencia, tanto con la capacidad intelectual del ser humano como con su aplicación en los últimos avances tecnológicos. Por un lado, se basa en la idea de que las innovaciones fuesen tan revolucionarias que la humanidad no pudiese concebirlas y, por otro, son las máquinas inteligentes las que podrían llevar hasta ese punto de descontrol.
El concepto de singularidad fue propuesto en los años 50 pero se popularizó mucho más tarde gracias a Ray Kurzweil, experto tecnólogo. En uno de sus libros, publicado en 1990, afirmaba que el desarrollo del software y los dispositivos conseguirían crear ordenadores capaces de, por ejemplo, derrotar a humanos en una partida de ajedrez. Señaló 1998 como el año en el que aquello podría ocurrir, pero la realidad fue más rápida y se adelantó a 1997.
Robots casi humanos
Conseguir que una máquina sea capaz de razonar lleva asociada otra pregunta. ¿Razonar qué? ¿En qué campo? Si las acciones de los robots inteligentes siguen el modelo de las que realizan los seres humanos, es lógico pensar en que muchas de estas máquinas deberían tener un aspecto, al menos vagamente, similar al de las personas. Brazos para agarrar objetos o piernas para moverse podrían ser los puntos de partida. En la película Blade Runner se plantea esta cuestión. Las máquinas son tan perfectas, tan parecidas a los hombres, que llegan hasta el punto de plantearse su propia existencia e incluso su muerte.
La inteligencia artificial tiene mucho que recorrer pero ¿llegaremos a ver ordenadores preocupados por su vida?
Imagen| Jays Analysis, Wikipedia.