Peter Drucker, considerado padre del Management moderno, expresó en una de sus obras: “La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento, pero una estructura equivocada es una garantía de fracaso”. De ahí que llevar a cabo cambios en la organización y distribución de las tareas de la empresa no sea una labor que deba tomarse a la ligera. En esta línea, y en un momento económico en el que la búsqueda de la optimización de recursos supone una máxima en los negocios, se hace fuerte el insourcing, la tendencia que lleva a las empresas a repartir entre sus empleados las tareas que antes se llevaban a cabo a través de una contrata externa y recuperar el talento oculto.
¿Queremos expandir e innovar en el negocio? Contratemos a una empresa especialista en i+D. La gestión administrativa diaria la dejaremos en mano de una gestoría y si queremos redefinir el catálogo de servicios, contrataremos a una consultora. Si hay una rueda de prensa y nos interesa darle difusión, acudiremos a un freelance para que escriba la nota de prensa y cuando nos envíe el material, se lo pasaremos a la empresa que nos gestiona la Web para que se encarguen de subirlo. Listo.
Así de fácil y así de caro resultaba hasta ahora llevar a cabo todas esas labores que, a priori, no “puede” hacer el personal interno de la empresa. Pero, ¿de verdad no puede? Esa pregunta es la que contesta el denominado insourcing: empezar a buscar dentro lo que antes buscábamos fuera a través de una optimización de las capacidades de los empleados y una reorganización de su tiempo y tareas.
Esta tendencia empresarial nos lleva a preguntarnos: ¿es que cualquier actividad puede, o incluso debe, ser asumida por la propia empresa? Pues no. Para llevar a cabo la “internalización” de una actividad la empresa debe hacer un pequeño estudio en el que se pregunte, primero, ¿puedo hacer este trabajo?; y segundo, ¿puedo hacerlo con la misma calidad y conseguir el mismo resultado?
Lo bondades y defectos del insourcing
Aún haciéndose estas preguntas y llevando a cabo una correcta “internalización” de tareas, el insourcing es un fenómeno organizacional que lleva aparejadas una serie de beneficios y complicaciones para la empresa y sus empleados.
Por un lado, se anima a los trabajadores a ampliar los horizontes de su trabajo, a encargarse de más tareas cada vez menos relacionadas directamente con sus anteriores responsabilidades y, además, aporta un espacio muy necesario a los intraemprendedores. El quid de la cuestión es conseguir gestionar el miedo que se puede generar en el trabajador a priori para convertirlo en un reto, y éste en un éxito.
El insourcing permite además agilizar el proceso de producción, eliminando intermediarios que ralentizaban las tareas y convertían muchas veces a los empleados de grandes empresas en meros tramitadores. Del mismo modo, consigue descubrir capacidades ocultas en los empleados, que se ven motivados y pueden conseguir relanzar su carrera dentro de la empresa a través de nuevas responsabilidades.
La parte negativa de esta tendencia empresarial no está tanto en su ejercicio sino en su mala praxis. Las labores que deciden internalizarse son en ocasiones tareas rutinarias que, de encomendarse todas ellas a un mismo trabajador, pueden hacer que disminuya su rendimiento y merme la calidad de su trabajo por tener demasiadas responsabilidades y poco tiempo para llevarlas a cabo.
Firefox OS Hacking Day de Telefónica
En esta línea, y en el marco del desarrollo del sistema operativo Firefox OS, Telefónica ha organizado el Firefox OS Hacking Day. Se convocó a todos aquellos empleados que tuvieran nociones de programación HTML5 y JavaScript a participar en una macro sesión de programación en la que se compartieron ideas e iniciativas en torno a este nuevo sistema operativo móvil.
De este modo, el conocimiento se comparte entre departamentos y se recurre a una fuente de innovación directa, real, ágil y muy accesible para la empresa: sus propios empleados.
Y quién sabe si a través de ésta, u otra iniciativa de insourcing, se descubren habilidades que no estaban aprovechadas. Trabajadores que descubren capacidades propias hasta entonces desconocidas y jefes que se sorprenden de cómo las ideas innovadoras, en muchas ocasiones, están donde menos se espera.
Imagen| Alan Cleaver