Un equipo de investigadores ha hallado un nuevo exoplaneta que orbita en un sistema de dos estrellas gigantes rojas y que por su distancia debería haber desaparecido.
¿Es posible que existan planetas con características similares a la Tierra? ¿En nuestro sistema solar o en otro todavía no descubierto? La búsqueda de exoplanetas, esto es, planetas que orbitan un sol diferente al nuestro, comenzó en el año 1992.
Desde entonces, su búsqueda forma parte de la investigación científica y, según los datos, hasta octubre de este mismo año se han descubierto 3.063 sistemas planetarios que integran un total de 4.122 masas planetarias.
Un análisis con el satélite TESS de la NASA
De hecho, hace apenas unos meses, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (más conocida como NASA) descubrió tres nuevos exoplanetas con posibilidad de albergar vida gracias al satélite ‘TESS’ lanzado al espacio en el año 2018.
Ahora, acabamos de conocer que un equipo de investigadores del Instituto de Astrofísica y Ciencias del Espacio de Portugal ha hallado un nuevo exoplaneta que orbita en un sistema de dos estrellas gigantes rojas. La gran incógnita radica en cómo es posible que siga allí, ya que al estar tan cercano a su estrella debería haber desaparecido.
Esta investigación, publicada en la revista Astrophysical Journal, ha sido posible gracias al satélite ‘TESS’ de la NASA que analiza el interior de las estrellas.
Uno de los miembros del instituto portugués asegura que «las observaciones de este satélite son lo suficientemente precisas como para permitir medir las pulsaciones suaves en la superficie de las estrellas. Estas dos estrellas bastante evolucionadas también albergan planetas, proporcionando el banco de pruebas ideal para estudios de la evolución de los sistemas planetarios».
Un dilema científico
Este nuevo análisis puede verificar la hipótesis de que «la astrofísica estelar y exoplanteria están vinculadas entre sí», ya que el exoplaneta debería haber sido «engullido» por la estrella a estar a tan corta distancia pero parece haber sobrevivido.
«La solución a este dilema científico está oculta en el simple hecho de que las estrellas y sus planetas no solo se forman, sino que también evolucionan juntos. En este caso particular, el planeta logró evitar ser devorado», añaden los investigadores.
Conocer todas las perspectivas del universo y el origen de los exoplanetas que orbitan estrellas distintas a la nuestra siempre ha sido un gran objeto de interés científico. De hecho, este mismo año el Premio Nobel de Física ha sido para Michel Mayor y Didier Queloz por descubrir un exoplaneta orbitando a una estrella tipo solar en 1995.
