Seguro que alguna vez has escuchado las siglas IPV6. Aunque pueden sonar a chino, detrás de un nombre con el que podría haber sido bautizado el último modelo de Ferrari se encuentra algo muy simple de explicar aunque complejo en su esencia.
Imaginemos Internet como el sistema circulatorio que en su día descubriera Miguel Servet. En el caudal sanguíneo de la Red hay muchos elementos que necesitan de un guardia que regule el paso de cada uno de ellos para que no se produzcan colapsos. El protocolo de internet (IP) es ese agente.
Hasta ahora IPv4 era la versión más utilizada, pero el número de direcciones de red que admite tiene un límite, lo que supone un problema debido a la demanda de nuevas conexiones que se está produciendo especialmente en China, la India y Sudamérica. Los últimos 33 millones de direcciones con los que se alcanza el límite de capacidad de IPv4 fueron entregados por la IANA, Agencia Internacional de Asignación de Números de Internet por sus siglas en inglés, en2010 ala organización encargada de asignar IPs en Asia.
Esto ha provocado que se impulse IPv6, estándar que amplía la capacidad de la red para gestionar más direcciones y, por tanto, más usuarios y dispositivos.
En datos, y según la Wikipedia, IPv4 soporta 4.294 millones de direcciones de red diferentes, un número con el que no se puede dar una dirección a cada persona del planeta, y mucho menos a cada vehículo, teléfono, PDA, máquina de vending… En cambio, IPv6 admite –siéntate si no lo estás- 340 sextillones de direcciones. Para hacerse una idea de las dimensiones del número, cada milímetro de la tierra tocaría a 670 mil billones de direcciones. Ahí es nada.
El acceso a las redes de Telefónica ya es compatible con IPv6, algo vital para el proyecto OWD (Open Web Device) impulsado por Telefónica I+D.