Ponemos rumbo a las Bahamas. A decenas de kilómetros de la costa de Florida, un equipo de biólogos y cámaras marinos se sumerge en el hogar de estos animales letales, a los que atraen con comida. El documental El hombre frente al tiburón recoge este experimento innovador y arriesgado a partes iguales.
Los tiburones tienen fama de asesinos sanguinarios. Su aspecto rudo secunda esta imagen peligrosa que el cine ha perpetuado durante décadas. Sin embargo, sus ataques ocurren con mucha menos frecuencia de la que pensamos.
Para desmitificar a estos peces tan temidos, hace falta estudiarlos más y mejor, pues aún sabemos muy poco sobre ellos. Pero, ¿quiénes se dedican realmente a su estudio, fuera de los libros y de Internet? Los biólogos marinos.
Uno de ellos, Jeremiah Sullivan, lleva más de 40 años investigándolos y quiere crear un “traje antitiburones” que permita acercarse a las especies más grandes sin necesidad de estar guarecidos en una jaula. Su invento, Shark Suit, puede significar toda una revolución en la manera en la que los biólogos los estudian y, también, un sistema más seguro para los buzos de todo el mundo.
Porque, aunque los tiburones no matan tanto como se cree en cuanto a cifras, sus mordidas sí que son destructivas. Es decir, no es común que se produzca un incidente en el mar, pero si ocurre, es muy posible que acabe mal, con alguna herida grave o directamente, mortal. Algunas especies tienen más de 300 dientes, organizados en filas para serrar cualquier superficie, incluso tan duras como los caparazones de las tortugas.
En busca de un traje de protección ante los tiburones desde 1978
El documental El hombre frente al tiburón producido por National Geographic y que puedes ver ya en Movistar+, nos embarca en esta aventura científica. El navío se dirige a las Bahamas, a unas aguas cristalinas de ensueño. Pero cuidado: no son tan idílicas como parece a simple vista, pues están custodiadas por unos habitantes poco afables.
Jeremiah Sullivan y su equipo, entre los que se incluye Joe Romero, director del Atlantic Shark Institute y cámara marino, tienen el riesgo más que asumido y se zambullen en el océano sin pensárselo demasiado. Su propósito es tan claro como el tono del agua aquí: probar el prototipo que Jeremiah ha desarrollado.
Resistente y ligero, está basado en las cotas de malla medievales. Hasta la fecha, ha demostrado su eficacia ante especies pequeñas, cuya mordida no consigue traspasarlo. Pero ¿ocurrirá lo mismo con las especies más grandes? Es previsible que no.
“Mucho de lo que sabemos sobre la potencia de los tiburones está sustentado en simuladores por ordenador”, cuenta Jeremiah en el documental. Pero, ¿son fiables estas informaciones? Huelga decir que, ante la duda, no; sobre todo, si se trata de un asunto como éste en el que está en juego la integridad física de las personas.
Así que no queda otra que experimentar la potencia de las mordidas en primera persona. “No puedo hacer que alguien confíe en mi producto para defender su vida en condiciones extremas si yo no tengo antes el valor de probarlo”, sostiene convencido.
Un experimento dividido en varias partes
En la primera fase, se propone conocer el funcionamiento de varias especies de tiburones consideradas grandes. A excepción de los enormes y calmados tiburones ballenas y de los temidos y agresivos tiburones blancos, los martillos gigantes, los toros y los tigres son algunas de las especies que alcanzan más tamaño. Son perfectos para la investigación.
Los martillos gigantes son los más corpulentos de los tres. Llegan a medir seis metros de largo y pesar 650 kilogramos. Su mordida no es tan potente, pero aprovechan el impulso de su cuerpo para añadirle más fuerza. Sin embargo, su peligrosidad radica en la gran capacidad que tienen de girar gracias a su cabeza, que funciona como un timón de barco y que les convierte en animales imprevisibles.
En las siguientes dos fases de pruebas del experimento, Jeremiah y sus colegas analizan la fuerza con la que muerden diferentes ejemplares. Para ello, utilizan un aparato desarrollado por Jeremiah para la ocasión: una tecnología que conectan a un cebo compuesto de peces para atraerlos.
Esta etapa del experimento demuestra varias cosas, como que pueden regular la letalidad de su ataque. Pueden morder con la misma intensidad que un humano o que un pitbull o, por el contrario, bastante más y, unido a su empuje, arrancar extremidades de cuajo.
El Shark Suit, un sistema innovador
La última parte pone a prueba el trabajo de tanta investigación. Jeremiah se deja morder por un gran tiburón tigre. Esta especie, de la que se han encontrado algunos tiburones de cinco metros y medio, tiene una mordida especialmente feroz.
El biólogo acredita los tres tipos de materiales que quiere comprobar: una cota de malla, mejorada, una fibra de carbono y una fibra de carbono en seis capas y pegadas con resina. ¿Serán suficientes para resistir?
Toda esta intrépida aventura científica la puedes disfrutar en Movistar+. Más allá de la emoción que suscita nadar entre estos peces, lo mejor para la ciencia y para los buzos de todo el mundo es su evidente utilidad práctica: el traje con el que Jeremiah ha soñado desde hace años podría estar pronto en producción.
El prototipo final tiene el aspecto de un exoesqueleto articulado y blindado, como una armadura, pero es lo suficientemente ligero como para permitir el movimiento con comodidad. ¿Será la nueva forma de protección frente a los tiburones grandes?
Imágenes: El hombre frente al tiburón (National Geographic).