Una figura humanoide que da pasos según un algoritmo programado o un Wall-E que tiene un iPhone como cabeza son algunas de las creaciones ya a la venta.
Puede que pronto los juegos infantiles dejen de estar poblados de muñecos rígidos e inexpresivos. En lugar de ello, pequeños robots animados ocuparán un hueco en las estanterías y cajones. Cada vez más se dan las condiciones para que los juguetes den un salto tecnológico sin que esto suponga un encarecimiento drástico. Aunque un aumento del precio es inevitable, los fabricantes especializados están ajustando los precios para que no sean prohibitivos.
Existe un paso decisivo para la entrada de la robótica en el mundo del juguete: cuando los procesadores y los motores mecánicos se abaratan. A partir de ese momento es posible programar piezas de hardware con formas diversas y capaces de realizar tareas de forma autónoma. La ola que ha transformado el escenario viene ligada a los smartphones, pues éstos han reventado la demanda de componentes informáticos, y precisamente también están contribuyendo a que prosperen los juguetes robot.
Los niños están ante una nueva era en la que no sólo se tratará de encajar piezas sino que será necesario preocuparse de los circuitos y poner en marcha componentes electrónicos. Un reflejo del nuevo escenario en este sector es el acuerdo al que llegaron dos marcas tan aparentemente alejadas como son Lego y Sony. Ambas han empezado a colaborar en la experimentación de juguetes. Al parecer, a la primera le preocupa que los niños prefieran los videojuegos, algo que no deja de resultar irónico cuando su socio fabrica una de las videoconsolas más vendidas.
Sony ha incorporado cámaras, pequeños motores y controladores para dirigir estructuras de Lego a través de dispositivos Android, incluso ha utilizado un mando de la PlayStation para esta función. La alianza tiene previsto llevar la industria juguetera a un nuevo nivel. El popular fabricante de bloques de plástico ya ofrece desde hace 15 años ofrece la línea de productos Mindstorms, que incluye estructuras con componentes programables.
Hoy en día se pueden comprar kits de piezas que conforman robots a los que se puede «enseñar» a mover la cabeza, andar hacia atrás o recorrer una estancia. Uno de ellos, el EV3, dispone de infrarrojos, así como sensores para identificar los colores y para reconocer el contacto. Gracias a esta tecnología es posible, por ejemplo, indicar al robot que explore un área hasta que encuentre un objeto de color rojo.
La compañía Romotive, por su parte, también tiene un ejemplo de aplicación tecnológica en su área. Ha fabricado Romo, uno de esos juguetes robot simpáticos, capaz de expresar sentimientos a través del gesto de la cara. Sólo que la cara está en una pantalla 3,5 ó 4 pulgadas. Se trata de un dispositivo con ruedas de oruga, al que se incorpora en su parte superior un iPhone o iPod Touch. El terminal se conecta con otro dispositivo iOS, que sirve para controlar a este Wall-E de juguete y en alta resolución.
En definitiva, el abaratamiento de los componentes de hardware y los avances de software, apoyados por la conectividad a la Red, permiten dotar de inteligencia a estructuras dispares de una forma relativamente económica. Los ingredientes están listos.