La compleja situación de Samsung con el Galaxy Note 8

El Galaxy Note 8 es el mejor terminal de Samsung, pero su aportación podría ser insuficiente frente a modelos anteriores.

Tras el fiasco del Samsung Galaxy Note 7, debido a sus problemas con baterías en mal estado, la compañía comenzó a tomarse mucho más en serio la seguridad, la hizo su base, y ya no queda duda de que sus procesos actuales no permitirían que algo así volviera a repetirse. Etapa cerrada. Siguiente. Su sucesor, el Samsung Galaxy Note 8, es el terminal que todos esperaban y que todos conocían, pues estaba completamente filtrado en cuanto a aspecto y en cuanto a componentes internos.

Como ya ocurrió en años anteriores, el Samsung Galaxy Note 8 es, básicamente, un Samsung Galaxy S8+ con su stylus dedicado, el S-Pen. Además, se puede argumentar que llega con algo más de tamaño (6.3″ frente a 6.2″), 2 GB más de memoria RAM hasta un total de 6 GB, un diseño algo más cuadrado, y novedades en cuanto a software enfocadas a hacer del Note 8 el terminal productivo por excelencia. Además, Samsung se suma a la tendencia de la doble cámara para lograr el ansiado efecto de profundidad o desenfoque. Así, el terminal, salvo en batería, donde pierde 200 mAh respecto a su hermano «pequeño», es superior en todo respecto a sus competidores.

Hablamos de un terminal que cuenta con lo último en procesadores, el Exynos 8895, la mejor pantalla del mercado, un diseño sin marcos que marca tendencia, bordes a los lados y una doble cámara que es la primera en incluir dos estabilizadores ópticos en sus dos lentes, etc. Sin embargo, su valor añadido respecto a los anteriores terminales de Samsung es poco, más allá de esto último. Lejos quedan esos tiempos en los que Samsung dotaba a la línea Note de baterías gigantes y pantallas aún más grandes. El mercado ha llevado a todos los modelos hacia esos tamaños que antes tenía en exclusiva, y ha perdido un poco su hueco.

Nada de esto importaría si no fuera porque estamos ante un terminal de 1010€, que ahora mismo se encuentra a casi 300 del precio del Galaxy S8+, cuyas diferencias son, como hemos dicho, ínfimas. Para agrandarlas, Samsung da al Note 8 (y a casi todos los anteriores) funciones artificiales que podrían llegar hoy mismo incluso al Galaxy S7 sin ningún problema. Sin embargo, hay que vender el terminal como padre de la productividad, dejando a los otros como meros «gama alta», hasta que el Galaxy S9 tenga todo lo del Note mejorado, a excepción del S-Pen.

Así, llegamos a una conclusión clara. El Samsung Galaxy Note 8 es, probablemente, el mejor terminal del mercado antes de que lleguen los nuevos LG, Pixel o iPhone. Sin embargo, su hueco en el mercado es cada vez menor, tanto por precio como porque las funciones que le dan valor añadido son o poco valoradas por el público general (que tampoco es su público) o artificiales. El Samsung Galaxy Note 5, tras uno muy bueno como fue el 4, no llegó a Europa, ni se le echó de menos. Al mercado le valió con tener el primer Galaxy S realmente grande, el Samsung Galaxy S6 edge+.

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