Gracias a un nuevo diseño en pilas de combustible microbianas, residuos sin hasta ahora aprovechamiento, como la orina, podrían ser pronto transformados en electricidad.
Mientras seguimos buscando nuevas fuentes de energía, la pila de combustible se ha destapado como una de las grandes promesas para el transporte «verde, como hemos visto recientemente en vagones modulares en transporte urbano de mercancías y pasajeros, y también como un futuro posible para trenes. Como sabemos, se trata de un dispositivo electroquímico en el cual se da una reacción química que provee de energía eléctrica a un circuito externo.
Ahora, una investigación de la Universidad de Bath, la Universidad Queen Mary y el Laboratorio de Robótica de Bristol muestra un el diseño de un nuevo tipo de pila de combustible microbiana que supera dos límitaciones típicas de los procesos, el alto coste y la baja potencia de generación de energía. Según el equipo tienen gran potencial para producir bioenergía procedente de fluidos y residuos inusables para otras actividades, como orina. Según Mirella Di Lorenzo, el responsable encargado de la investigación en Bath, «si pudierámos utilizar el potencial desaprovechado de las grandes cantidades de orina, podríamos revolucionar la manera en que hacemos electricidad».
Las pilas de combustible microbianas aprovechan los procesos naturales de algunas bacterias para convertir la materia orgánica en electricidad. Respecto a otros procesos existentes para producir bioenergía, como la digestión anaeróbica, la fermentación o la gasificación, las pilas de combuestible microbianas funcionan a temperatura y presión ambiente, además de ser relativamente más baratos y eficientes.
Hasta ahora, las limitaciones se encontraban en el proceso de producción, porque el cátodo contiene platino para acelerar las reacciones, y resulta muy caro. La nueva creación, sin embargo, no utiliza estos materiales en el cátodo, sino que está hecha de tela de carbón y alambre de titatio. Utiliza, para acelerar la reacción y transformarla energía, un catalizador hecho de glucosa y ovoalbúmina.
Ampliando la longitud de los electrodos de 4 a 8 milímetros, la generación de energía se multiplicó por 10. De igual manera ocurrió apilando tres pilas de combustible microbianas, se multiplicó por 10 el resultado obtenido individualmente. Otro de los encargados, Jon Chouler, afirma que las pilas de combustible podrían ser muy importantes en países en desarrollo, particularmente en las zonas rurales y pobres.