Restauradores e investigadores aplican tratamientos de biolimpieza para sacar a la luz los frescos de la iglesia de San Nicolás. Un templo, conocido como la "Capilla Sixtina" valenciana, en la que la biotecnología permite recuperar y mantener sus obras de arte.
La biotecnología es conocida por impulsar la economía circular. Gracias a las investigaciones en este campo, los científicos utilizan residuos para producir biocombustibles o plásticos más sostenibles. El trabajo en I+D+i biotecnológica también permite afrontar importantes desafíos como el cambio climático, gracias al desarrollo de cultivos adaptados a condiciones como la sequía, las altas temperaturas o el exceso de salinidad.
Lo que tal vez pocos sepan es que la biotecnología cuenta con otra aplicación muy interesante, relacionada con las tareas de biolimpieza. Muchos restauradores y microbiólogos emplean bacterias para limpiar obras de arte de una forma rápida, específica, respetuosa con las pinturas y no tóxica con el medio ambiente ni los trabajadores. El uso de microorganismos ya ha sido probado con éxito en el Camposanto de Pisa (Italia) o en la Iglesia de los Santos Juanes (Valencia).
La última gran demostración del potencial bacteriano para restaurar y mejorar obras y piezas de arte ha sucedido de nuevo en Valencia. La conocida iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, erigida en el siglo XIII, ha sido el escenario elegido para aplicar tratamientos de biolimpieza con los que sacar a la luz la «Capilla Sixtina» valenciana. En particular, los investigadores utilizaron durante cuatro horas una solución bacteriana sobre papel japonés a una temperatura de 25 grados, con el fin de asegurar «la correcta actividad metabólica de las bacterias en las zonas donde se habían detectado colas de gelatina».
Además de restaurar los frescos de la iglesia de San Nicolás, los científicos de la Universitat Politècnica de València utilizaron sensores de control de temperatura y humedad para la conservación preventiva y el mantenimiento de las pinturas. A diferencia de los productos químicos reactivos tradicionales, las bacterias conforman una metodología poco agresiva, selectiva y no tóxica. En otras ocasiones los especialistas también usaban medios mecánicos, un proceso muy laborioso que también pueden dañar los frescos. La biotecnología microbiana, por tanto, ayuda a sacar a la luz pinturas como las de la iglesia de San Nicolás de manera eficaz, específica, rápida e inocua para las personas, los frescos y el medio ambiente.
Por la magnitud de las obras en la iglesia de San Nicolás como por la metología empleada, esta restauración ha sido el proyecto más importante realizado a nivel internacional hasta el momento. La superficie pictórica restaurada ha sido de 1.904 metros cuadrados, un área mayor a la mejorada en la propia Capilla Sixtina (800 metros). Junto a los frescos recuperados gracias a las bacterias, los trabajos han permitido restaurar las capillas, las fachadas y las vidrieras del templo, además de reconstruir cubiertas para proteger y mantener el edificio y las pinturas. Una iniciativa presupuestada en un millón de euros que comenzó el pasado mes de enero y que está permitiendo sacar a la luz la «Capilla Sixtina» valenciana.
Imágenes | NIAID (Wikimedia), Parroquia de San Nicolás