En el Reino Unido, hay un millón de jóvenes desempleados. Uno de cada cuatro londinenses entre 16 y 24 años es un parado de larga duración. Ante esta difícil situación, la luz al final del túnel puede estar protagonizada por las empresas tecnológicas y las startups.
Un cambio de paradigma
Algunos expertos creen que serán las empresas enfocadas al mundo de la tecnología las que se van a convertir en el motor de la ciudad en el futuro. En Gigaom, opinan que la dependencia que tiene Londres con el sector financiero debería terminar para empezar a mirar al sector tecnológico. Esta tendencia está respaldada por un lugar conocido como la Ciudad de la Tecnología o, también, Silicon Roundabout (en referencia a Silicon Valley), una zona de la ciudad en la que se ha formado un microcosmos de emprendedores y empresas digitales, a la manera de Lulea en Suecia. No son solo inglesas; algún gigante americano se ha dejado caer por allí, como Google y Amazon, con sendos equipos en la ciudad.
Según el Centre for Economics and Business Research (CERB), el empleo crecerá levemente en Londres ya en 2013 y continuará creciendo progresivamente hasta 2031, pero lo hará de forma diferente si nos fijamos en su zona este o en la oeste. En la primera, se espera que el crecimiento acumulado sea del 31 por ciento. En la segunda, del 9 por ciento. ¿Qué sucede para que la diferencia sea tan grande? Que la Ciudad de la Tecnología de Londres está situada en el este.
Una oportunidad para los jóvenes
Para los estudiantes y recién graduados, la concentración de startups en la zona puede suponer una gran oportunidad de cara a dar comienzo a su vida laboral. En Londres, el desempleo juvenil se extiende sin importar la clase o la educación y en muchos casos la innovación pueden ser el mejor aliado de los menores de treinta años.
Las startups crean cada vez más oportunidades, y muchas iniciativas intentan potenciar que los jóvenes se lancen a emprender. En Wayra son conscientes del potencial de Londres como hub de emprendimiendo y ya tienen una academia allí, Wayra UK, a cuya inauguración fue incluso el Alcalde de Londres, Boris Johnson.
Tal vez las startups no sean para todo el mundo, al fin y al cabo tienen alto nivel de incertidumbre, pero las empresas emergentes, en las que nada está garantizado y todo está siendo constantemente cuestionado, son una gran forma de aprender. Porque todo en lo que se mejora puede ser aplicado también más allá de la empresa.
El problema de las fronteras
Para muchos de los habitantes de Londres que no son ingleses, la primera barrera para poder trabajar es conseguir una visa. Se habla de la internacionalización y no solo se refiere a lanzar al mercado productos o proyectos con esa vocación, sino también a derribar las fronteras para que personas de todos los rincones del mundo puedan aportar su granito de arena, sin importar de dónde sea la empresa o dónde hayan nacido ellos.
Mantener a los jóvenes extranjeros fuera de la atmósfera emprendedora de la ciudad, sea Londres o sea cualquier otra, es una mala idea, y esto es lo que sucede cuando las startups no pueden permitirse pagar una visa cara a un estudiante de otro país. Y esto es un problema que afectará en el futuro a la economía global de la ciudad, y también del país.
Tiene difícil solución, pero algunas iniciativas como StartUp Britain, puesta en marcha por el propio gobierno del país, hacen pensar en que hay posibilidades de que algo cambie. Tal vez no directamente en el campo de las visas pero sí en la mentalidad general que tiene un país sobre las empresas emergentes. Al fin y al cabo, las startups ofrecen una buena forma de entrar en el mundo laboral a cualquier recién graduado y eso acaba por repercutir en el país en su conjunto.
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