Rachas de viento, olas de frío siberiano, metros y metros de nieve, tormentas, riadas y, en medio de este revuelo meteorológico, una antena de telefonía móvil que es fundamental que siga funcionando. En esas situaciones es cuando más uso se hace de los teléfonos móviles y es imprescindible que las infraestructuras de comunicaciones estén a pleno rendimiento.
Pero eso no es sencillo cuando el tiempo se pone en contra. ¿Qué se puede hacer entonces? ¿Qué hacen los operadores para que la red siga funcionando rodeada por las inclemencias del tiempo o un incendio?
La semana pasada los servicios de emergencia de Telefónica reciben una llamada. La estación base de Tablado (Asturias), una aldea de 38 habitantes, tiene una incidencia. El personal de Telefónica en la región ha intentado acceder a la misma para arreglarla pero el acceso es imposible debido a la dura climatología y a la complicada orografía del terreno. El grupo de emergencias de León, el más cercano a la zona, se pone entonces en marcha. Se habilita un camión todoterreno con un remolque sobre el que reposa un quitanieves y se pone rumbo a Asturias.
Al llegar a las inmediaciones de Tablado la ventisca no permite ver a un palmo de distancia y la nieve lo cubre todo. El quitanieves trabaja lentamente pero de forma segura y las luces del vehículo se encuentran en todo momento encendidas para ganar visibilidad, pese a que se trabaja a plena luz del día, tal es la fuerza y densidad de la ventisca.
Una vez en la estación base, cuatro personas de la unidad, equipadas con ropa técnica de montaña, se ponen manos a la obra. Fusibles, radioenlaces, destornilladores, cables… Misión cumplida. La estación base ya vuelve a estar operativa al cien por cien y el equipo regresa a la base de León.
Básicamente este operativo es el que se pone en marcha cada vez que se cae el servicio por avería en una estación y los servicios meteorológicos anuncian condiciones extremas. El objetivo es que nadie se quede sin cobertura y que se pueda arreglar, cuanto antes, cualquier tipo de incidencia.
“La idea de crear la unidad de Emergencias surge a raíz de un incendio que se produce en 1988 en una central de la provincia de Cádiz, afectando a los clientes durante largo tiempo. Desde entonces y en diferentes etapas, se forma la unidad y se configura hasta llegar a la actualidad”, asegura Juan Carlos Sequera Serrano, gerente de control nacional y soporte (CNSO)
En caso de incidencia, y precisamente para tratar de ganar velocidad, lo primero que se intenta es arreglar el problema en remoto. Son las alarmas del CNSO (Centro Nacional de Supervisión y Operación de Telefónica) las que en todo momento detectan las incidencias en cualquier ubicación y de cualquier dimensión y -gracias a los avanzados sistemas de gestión desarrollados por Telefónica- evalúan el impacto sobre el servicio en tiempo real para comunicar el problema a las áreas de operación que se encargan de poner en marcha todos los medios adecuados para solventarlo y a cada una de las áreas de negocio afectadas.
Cuando el problema no se puede resolver en remoto, el personal de mantenimiento de la zona entra en acción inmediatamente. Como si se tratara de una película, el personal se equipa con todo el instrumental necesario, como material de escalada, ropa técnica, crampones, raquetas, piolets, mosquetones… Todo para llegar sin problemas a la antena y soportar las inclemencias del tiempo sea cual sea su forma: viento, lluvia, nieve, agua…En algunas zonas de montaña no es extraño ver en los meses de invierno unidades móviles que se abren paso en nevadas de varios centímetros de altura.
Otra situación extrema en la que la red de telefonía se pone a prueba es en los incendios. “Cada situación tiene su criticidad y su casuística, si bien los incendios en las centrales de Madrid La Moraleja o Málaga Sol han sido de lo más complejo a lo que nos hemos enfrentado en cuanto a restauración, así como los cortes de cable submarino en Ceuta y Melilla, que supusieron un plus adicional por la criticidad del servicio afectado”, puntualiza Núñez.