Los robots han evolucionado, ahora son sociales

La humanización de las tecnologías ya tiene un recorrido considerable y los robots poseen habilidades sociales. Algunos de estos robots tienen capacidad para entender emociones y son adecuados como compañía, especialmente para niños y ancianos.

En el mundo de la robótica ha tenido lugar una evolución silenciosa, desde aquellos robots aparatosos fabricados en serie hasta los prototipos inteligentes y autónomos en los que se han convertido. La robótica forma parte de la llamada cuarta revolución industrial y todo apunta a que estos dispositivos acabarán haciéndose con el mercado laboral. La llegada de este cambio parece inevitable, al igual que la introducción del Internet de las Cosas en nuestra vida cotidiana. Estos fenómenos tecnológicos se han consolidado en muchos ámbitos de la sociedad, desde el laboral hasta el doméstico. En algunos aspectos, los robots son una tecnología controvertida, por los peligros que puede tener para el empleo. Pero es innegable que también presentan ventajas.

robots y humanos

¿En qué consiste un robot social?

Este conjunto de dispositivos tiene la habilidad de interactuar con las personas y esto puede tener lugar de muchas maneras. Las relaciones entre robots y humanos  se basan en emociones, y esto es lo realmente sorprendente. Es realmente difícil concebir que un robot pueda comprender emociones, tal y como hacen los humanos, pero esto ocurre de verdad. Según el informe ‘Towards sociable robots’ de la profesora Cynthia Breazeal, esto se consigue a través de una interfaz basada en el habla. Este mismo informe concluye que añadiendo señales no verbales a través de gestos físicos, se puede conseguir incrementar el compromiso y la confianza que tienen las personas con los robots. Esto ha sido probado con ejemplos, como los robots asistentes para dietas y ejercicios, que consiguen que la persona que sigue sus ejercicios tenga un gran compromiso.

Los robots asistentes son ya populares y están enfocados a aconsejar en temas tan importantes como la salud. Algunos como Buddy o ZenBo han tenido una acogida notable y sirven de ejemplo como asistentes dentro del mundo de la robótica. Además de entretener, también son útiles para controlar los elementos del hogar y resultan muy atractivos porque facilitan una gran cantidad de tareas domésticas y familiares. Algunos de estos robots contestan llamadas telefónicas o realizan la función de vigilantes dentro de la casa, asegurándose de que no suceda nada fuera de lo normal. Pero la función más inusual de estos mecanismos y que queremos abarcar aquí es la de hacer compañía.

Robots_niños

La relación entre humanos y robots está limitada

Este tipo de tecnología es interesante siempre y cuando consiga conectar a las personas a una solución para un problema. Los niños y las personas ancianas son las que más pueden necesitar compañía en casa y la inteligencia emocional de los robots puede hacer la función de acompañante. Para los niños, un robot es como un juguete, con lo cual puede también ser un sustituto interactivo de este tipo de entretenimiento. Pero no se puede pretender que un robot haga la función de padre o de cualquier otra persona que ejerza los cuidados necesarios sobre el niño. Su función social es la de servir como compañía.

A pesar de esta evolución de los robots hacia dispositivos más sociales, nunca va a ser comparable la compañía de un robot con la de una persona. Un niño puede jugar con una máquina, pero siempre será eso, un juguete. Y un anciano no se va a sentir igual de acompañado por una máquina que por un robot. Con lo cual, es evidente que las funciones sociales de los robots están limitadas. Que puedan comprender emociones no significa que las sientan o que se asemejen a la forma de funcionar de los humanos. Por el momento, los robots son una ayuda, como aquellos que pueden cocinar o limpiar, y sí, son más sociales, pero hasta cierto punto.

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