*Mary Poppins*, de Robert Stevenson, llegó a la gran pantalla en 1964 y dejó a niños y a adultos con la boca abierta. Y no solo por su característico *supercalifragilísticoespialidoso*, sino porque fue una de las primeras películas que mezcló escenas animadas con acción real. Esto la convirtió en un referente cinematográfico.
Si lo pensamos ahora, en pleno siglo XXI, la combinación entre personajes animados y actores reales nos parece un básico de la animación, pero, por un momento, intentemos situarnos en los años 60. En esta década, la mitad del mundo seguía viendo la televisión en blanco y negro y, así, de golpe, llega una niñera que vuela con un paraguas y que baila con personajes animados de la alta clase inglesa.
¿Cómo nos habríamos quedado? Perplejos y maravillados, sin duda. La Navidad pasada se estrenó una versión mejorada del film, El regreso de Mary Poppins, y esta noche podremos verla en Movistar Plus Estrenos.
Sesenta años antes del estreno de la película de Robert Stevenson, ya se experimentaba la técnica que consistía en combinar en pantalla personajes animados y reales. En 1918, Max Fleischer, conocido por su trabajo en Popeye the Sailor Meets Sindbad the Sailor, creó una serie de historias mudas llamada Out of the Inkwell en la que los personajes animados saltaban del papel a la realidad del creador. Así, Fleischer sería el padre del Rotoscopio, una máquina que permitía crear frame a frame las escenas de animación para conseguir realidad y fluidez en el movimiento de los dibujos. Esto cambió por completo la animación cinematográfica.
Unos años después, en 1923, Walt Disney probó esta técnica en su serie de cortos animados Comedias de Alicia, que se basaba en la novela Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. La intención de Disney era aprovechar esos cortometrajes para crear la primera película que combinara animación e imagen. Sin embargo, tuvo que abandonar la idea porque la historia de la niña no tuvo gran acogida entre los espectadores.
Tras varios estrenos, que explotaban esta nueva forma de hacer cine, nació Mary Poppins, suponiendo un cambio revolucionario en la creación cinematográfica. Con la llegada del color al cine, se introdujo la tecnología que hoy conocemos como croma, que permitía a los actores hacer cosas como volar sobre una alfombra mágica, tal y como veíamos en Thief of Baghdad.
Sin embargo, este método aún tenía defectos. De este modo, cuando Walt Disney consiguió los derechos de producción de Mary Poppins declaró que quería explotar al máximo esta tecnología para buscar la perfección. Y la encontró. Pidió ayuda al ingeniero Petro Vlahos, que revolucionó el mundo de los efectos especiales.
Petro Vlahos utilizó el croma por primera vez en 1959, en la grabación de Ben-Hur
El ingeniero consiguió hacer bailar a Dick Van Dyke junto a unos pingüinos gracias al refinado en el proceso de la “pantalla azul”, que él convertiría en amarilla, y que llamó proceso de vapor de sodio. Esto les permitió incluir cualquier fondo en la escena, sin ningún tipo de limitación. Para lograrlo, simplemente, los actores tenían que detenerse frente a una pantalla blanca iluminada por un foco amarillo de luces de vapor de sodio.
Este método estaba dentro de la propia cámara que usaban para rodar y, a través, de un prisma diseñado por Vlahos separaba un mayor rango de longitud de onda. Así, se lograba una imagen más nítida y se podían aislar detalles muy finos, como el velo de Julie Andrews en numerosas escenas.
Mary Poppins no fue únicamente brillante por su tema Supercalifragilísticoespialidoso, sino porque dejó un legado que hizo volar la imaginación de todos los espectadores, y ayudó a crear producciones posteriores como Star Wars o Parque Jurásico. Por supuesto, sin la valentía de Walt Diseny y los avances de Petro Vlahos hoy no podríamos disfrutar de escenas como esta.