La manera en que interaccionamos con la tecnología ha cambiado mucho. Hoy podemos ordenar cosas con comandos de voz o pulsando un simple botón. Hubo un tiempo en el que debíamos introducir comandos en un terminal. Y en los anales de la informática, las órdenes se daban mediante tarjetas perforadas. Mucho hemos avanzado, pero queda camino por recorrer. El siguiente paso, la tecnología BCI. O lo que es lo mismo, hablar con las máquinas con tu mente.
BCI es el acrónimo de brain-computer interface, que en castellano podemos traducir como interfaz cerebro-computadora. Esta tecnología nació en los años 70 del siglo pasado. Y todavía se encuentra en una fase temprana de investigación. Consiste básicamente en traducir las señales eléctricas de nuestro cerebro para enviar órdenes a una máquina u ordenador. El siguiente paso tras la introducción de los comandos de voz, tan habituales hoy en día con smartphones, altavoces y pantallas inteligentes.
La tecnología BCI podría cambiar la manera en que nos relacionamos con los dispositivos electrónicos. Y en el metaverso, podría ser una oportunidad perfecta para que cualquiera pueda entrar en sus mundos virtuales. Y moverse con total libertad empleando solamente su cerebro y el dispositivo adecuado, todavía por crear.
Tecnología BCI: un futuro soñado muchas veces
La ficción ya ha retratado de muchas maneras el equivalente a lo que es la tecnología BCI, las interfaces cerebro-computadora o cerebro-máquina. Desde el punto de vista esotérico, representado por la telequinesia, y desde el punto de vista científico. El ser humano ha soñado muchas veces con controlar máquinas y dispositivos electrónicos con la mente, sin mover un brazo o sin abrir la boca.
Por un lado, este tipo de tecnología hace posible un nivel de interacción nunca antes visto entre máquina y humanos. Por otro lado, facilitaría el acceso a la tecnología a personas con diversidad funcional que por unos u otros motivos se ven limitados a pesar de lo mucho que hemos avanzado en usabilidad y accesibilidad. En definitiva, la tecnología BCI ofrece acceso a la tecnología sin barreras.
Y aunque tendremos que esperar unos años para ver gente por la calle empleando dispositivos de este tipo, ya es posible hacer un seguimiento de algunos proyectos más o menos avanzados relacionados con tecnología BCI. Desde gafas a auriculares, pasando por cascos, mallas que envuelven la cabeza o cintas que colocamos a la altura de la frente. En estos proyectos que combinan tecnologías avanzadas como la realidad virtual, la realidad aumentada, la monitorización de nuestras ondas cerebrales, etc. Algunos de estos dispositivos buscan el lado lúdico y del entretenimiento. Otros están pensados para su uso en salud mental, gestión del sueño y otras aplicaciones sanitarias.
En el futuro, quién sabe si usaremos implantes o dispositivos más fáciles de integrar en nuestro día a día, o más pequeños. El equivalente actual son las pulseras o relojes inteligentes, que podemos llevar cómodamente encima a lo largo de la jornada. Hay mucho por hacer y mucho por ver. Todo dependerá del uso que hagamos de la tecnología BCI y en qué ámbitos la utilicemos.
Moverse por el metaverso con la mente
El metaverso apuesta ahora mismo por interfaces accionadas mediante teclados, ratones, trackpads, joypads y gamepads en general. También gafas de realidad aumentada y cascos de realidad virtual, guantes con sensores… Pero si queremos un nivel de integración total en el metaverso y controlar nuestro avatar como si fuera una réplica exacta de nosotros, ahí la tecnología BCI no tiene rival. Al menos una vez esté suficientemente madura.
Gracias a ese tipo de interfaces cerebro-máquina sería posible controlar el avatar virtual con naturalidad. Eso y movernos libremente por el metaverso y realizar cualquier acción que imita el mundo físico. Pero empleando solamente el cerebro. Incluso hay proyectos en los que se quiere emplear la mente como medida de seguridad. Y sustituir métodos actuales como contraseñas, códigos o reconocimiento dactilar o facial.
Por el camino, quedan muchos aspectos por pulir. ¿Hasta qué punto seremos transparentes a este tipo de tecnología? ¿Si la tecnología BCI capta nuestras órdenes, se quedará ahí o será capaz de captar también nuestros pensamientos y recuerdos? Las políticas de privacidad serán claves en este sentido. Y el uso que se haga de los datos recopilados tendrá que estar vigilado. Algo que ya se plantea en tecnologías como la realidad virtual, que permite capturar nuestras expresiones faciales y monitorizar nuestro estado de ánimo o signos vitales.
Sea como fuere, el futuro del metaverso está por ver en muchos aspectos. Uno de ellos, la interacción entre el usuario y el universo virtual, apuesta actualmente por propuestas como la realidad virtual y la realidad aumentada. Pero en cuanto esté disponible, es muy probable que la tecnología BCI ofrezca un nivel de integración mayor. Y así lograr experiencias inmersivas solo soñadas por la ciencia ficción. Dentro y fuera del metaverso.