El smartphone plegable ya va por su segunda generación, pese a que la primera no ha tenido gran acogida comercial.
La industria móvil vive un momento complicado. Lo es en comparación con años anteriores, una buena década dorada, desde que apareció el iPhone en 2007. En los siguientes ejercicios las ventas no pararon de crecer, en muchos casos con sólidos dobles dígitos. Pero desde hace algunos años se han ralentizado e incluso estancado. Y precisamente es esta coyuntura una de las más significativas para explicar el lanzamiento de un smartphone plegable.
Pero lo cierto es que la industria electrónica funciona de esta manera. Especialmente en los smartphones, donde los fabricantes se han acostumbrado a tasas de renovación muy altas. A veces un móvil solo nos dura un año o dos, a lo sumo. Así que cuando las ventas han amenazado con decelerar siempre han aparecido elementos para propulsarlas. Primero se confió esta misión al rendimiento de los procesadores. Después a la conectividad, con el 4G, al aumento del tamaño de la pantalla y a la mejora de la cámara.
En estos momentos la creación de un smartphone plegable y la conectividad 5G se antojan los grandes argumentos para estimular las ventas. Pero, ¿necesitamos los usuarios un móvil que se pueda plegar?
Las ventajas de un smartphone plegable están en su doble funcionalidad. La idea es que el dispositivo se pueda usar como un móvil (plegado) para una gran parte de las tareas. En ellas por supuesto se incluyen las llamadas, pero también una lectura rápida del correo o de las noticias, consultar las redes sociales, los mensajes de WhatsApp, buscar una dirección en la aplicación de mapas o escuchar un podcast. Sin embargo, para las tareas que consumen más tiempo, como ver vídeos, leer artículos largos o un PDF o repasar la galería de fotos se emplearía el modo desplegado.
A la espera de los plegables
Una buena ristra de fabricantes han lanzado sus propios modelos plegables. Los últimos que se han hecho notar han sido el Galaxy Z Flip y el Huawei Mate Xs. Dos apuestas algo más moderadas que las iniciales de estas marcas. Y es que las marcas buscan ahora más la utilidad, el llegar al público, que la admiración general.
Son móviles de dimensiones más reducidas, lo que los convierte en más manejables. La delicada parte del pliegue ha evolucionado, lo que ahorrará problemas a los usuarios. Pero de nuevo surge la duda de si son realmente necesarios. Y son sobre todo dos usos los que divisan los fabricantes.
Uno de ellos es el profesional y quizá sea por donde entre primero el smartphone plegable. En algunos trabajos, contar con un dispositivo que sirva como tableta es indispensable. Ocurre con los comerciales que se desplazan para realizar presentaciones o enseñan catálogos a los clientes in situ. Y en muchos otros ámbitos, una pantalla como la de una tableta es deseable , para examinar gráficos, leer documentación a gusto o gestionar el email con mayor comodidad. Cabe pensar que en algunos de estos casos un smartphone plegable haga las veces de móvil y de tableta en el futuro.
En lo que respecta al mercado de consumo, la necesidad que los fabricantes han intuido en los usuarios –o que han contribuido a crear– es el visionado de series y películas o sencillamente contenido con una edición de calidad narrativa en el smartphone. Algunos ya ven series en sus teléfonos, pero lo cierto es que plataformas como Netflix o HBO invitan a ver sus contenidos en una pantalla más grande. Comúnmente se acepta que un vídeo de YouTube se consuma en el móvil, pero para una serie, una película –incluso para un vídeo de un youtuber con una buena producción y enjundia narrativa– se buscan más pulgadas. Y los plegables podrían llegar para cumplir esta función.
Imágenes: Huawei, Samsung