Probamos Nintendo Labo: mucho más que simple cartón

Nintendo Labo fue alabado y criticado por partes iguales. Hemos podido probarlo y te contamos nuestras impresiones sobre el cartón de oro.

Hace ahora tres meses, Nintendo Labo fue presentado al público y a la prensa, y las opiniones, como casi todo lo que rodea a la compañía nipona, se polarizaron enormemente. La principal crítica fue que Nintendo estaba vendiendo el cartón de Labo a precio de oro. Para el público favorable a Labo, la última creación de los padres de Mario era una prueba más de su genialidad, del aprovechamiento de recursos con muy poco y, sobre todo, de las ganas de la compañía por acercarse a los niños tirando de tradición.

https://www.youtube.com/watch?v=P3Bd3HUMkyU

Nintedo Labo, primeros pasos

Libres de prejuicios, llegamos a las oficinas de Nintendo, donde se nos mostró un vídeo de presentación de lo que es Nintendo Labo y de la visión que tienen del proyecto. A continuación, comenzamos el proceso de montaje de una de las figuras más sencillas del kit variado (luego veremos el kit del Robot), el Antenauta. Las sensaciones en este punto son inmejorables: separar el cartón perforado de su base resulta relajante y a la vez nos devuelve a nuestra niñez.

A partir de ahí, teniendo en cuenta lo sencillo del montaje (habrá que ver con figuras más complicadas), seguir instrucciones totalmente interactivas (a ver si aprendes, IKEA) es una delicia. La Switch en este punto vale para mostrar las dobleces que tenemos que realizar sobre el cartón para que todo quede en su sitio, y si en algún momento nos perdemos, podemos, además de volver atrás, girar el ángulo de las animaciones. Útil para aquellos usuarios que no tengan una gran visión espacial, por sencillo que resulte.

La experiencia de juego

Tras haber finalizado el tutorial y haber «disfrazado» a la Nintendo Switch, comienza la magia. Los mandos de la consola, de nombre Joycon, son ahora parte del Antenauta, y este ahora es lo más parecido a un vehículo que veremos. Justo al comenzar el juego tendremos ya la oportunidad de comprobar el punto hasta el que Nintendo aprovecha su hardware: para moverse, el Antenauta utiliza la vibración de los Joycon, cuya frecuencia podemos ajustar. Así, menos dar marcha atrás, podemos luchar contra otros Antenautas de amigos, hacer carreras, etc. Pero la cosa no queda ahí. El emisor/receptor de infrarrojos de la Nintendo Switch es capaz de ver en la oscuridad, con lo que a oscuras se transforma en una cámara térmica. Un uso impresionante de una tecnología tan arcaica.

Las otras figuras que probamos, y que se nos dieron ya montadas por falta de tiempo, tampoco decepcionaron. El piano es una maravilla del diseño, tanto por el bloque que lo forma como por los orificios por los que podemos introducir accesorios. Haciéndolo, modificaremos la escala de las notas, e insertando una tarjeta con un dibujo de ondas por el orificio central podemos modificar las ondas. Al ser cartón normal y corriente, podemos hacer nuestros propios diseños de ondas para, más tarde, en una vista un poco más compleja, que recuerda a un estudio de grabación, registrarlo.

La forma de funcionamiento interior es prácticamente la misma de la mayoría de figuras de Labo: las teclas funcionan gracias a bandas reflectantes que son detectadas por los infrarrojos de los joycon. Existe incluso un modo que explica en tiempo real cómo ve la consola todo lo que le rodea. El piano es muy bonito y divertido, pero habría estado bien un minijuego tipo Guitar Hero o un tutorial sencillo para aprender alguna canción, pues las posibilidades son enormes.

Otras figuras interesantes son el Moto Toy-Con, que hace las veces de manillar de moto para dirigir una moto en un juego de carreras, y que bien podría ser compatible con Mario Kart. En este caso, además de bandas reflectantes, se usan los acelerómetros de los mandos de la Nintendo Switch para detectar giros o movimientos como caballitos.

También está la Caña Toy-Con, una de las figuras más conocidas, y que permite pescar en aguas profundas. La colección de peces va desde especies muy pequeñas hasta tiburones especialmente difíciles de pescar. Se vuelve relativamente adictivo tirar la caña y recoger carrete mientras se escucha la cuerda, aunque de nuevo todo pasa gracias al acelerómetro y la cuerda no va a ninguna parte. Algo que gustará al público es que el océano en el que se pesca se puede llenar de peces diseñados por el usuario.

Lo último en el kit variado es la Casa Toy-Con, sobre la que se coloca la pantalla de la Switch, y dependiendo de por dónde introduzcamos unos accesorios con forma de muelle de cartón, jugaremos a unos videojuegos u otros. Hay una especie de Tamagotchi y un juego de bolos que aprovecha el acelerómetro de los Joycon, recordando por tanto a Wii Sports.

Fuera del kit variado, Nintendo Labo también ofrece el Kit de Robot, que sale por un precio similar y que, al ser mucho más complejo, se centra exclusivamente en un juego. Con nuestro cuerpo, daremos vida a un robot cuya misión parece ser destrozar la ciudad sobre la que ocurre el juego. Podemos correr, movernos de lado a lado, destruir edificios y, agachándonos, convertirnos en una especie de tanque que dispara y también destruye. El montaje del robot es el más largo y complejo de todo Nintendo Labo, y no es para menos: el usuario porta una mochila de la que salen cuerdas hacia piernas y manos, con las que la Switch reconoce movimiento.

También existe un casco que, dependiendo de cómo nos pongamos, ofrecerá en el juego una vista en tercera o primera persona. En general, el juego del robot nos hace gastar mucha energía, recordando a Wii Fit, pero tampoco apetece jugar demasiado, pues, al menos para un adulto, la sensación es que los movimientos son algo ortopédicos.

Luces y sombras

Con Nintendo Labo, la compañía ha vuelto a demostrar que no hay nada como ir de su mano a Japón para descubrir que, cuando ya no cabe diferenciación, ellos están ahí para innovar. Nintendo Labo es cartón, sí, pero también ideas brillantes y una experiencia de montaje que sacan todo el partido del mundo a unas cintas reflectantes, a los infrarrojos del mando y a sus acelerómetros. Otras compañías, con mucha más tecnología, no han tenido una ocurrencia similar. Además, absolutamente todo da lugar a la persaonlización por parte del usuario, que puede colorear el cartón a su gusto o incluso diseñar nuevas formas. No sería raro ver a Nintendo realizando concursos de diseño para luego comercializar los mejores.

La parte negativa de Nintendo Labo, tras un par de horas de prueba, es que las cosas que lo hacen más especial, el montaje y jugar por primera vez, son bastante efímeras, y dudo de la capacidad de disfrute continuado de muchos de los juegos que llegan entre ambos kits. O bien no hay mucho recorrido, o bien resultan bastante infantiles, aunque sea ese al público al que va dirigido. La diversión es un factor, y en Nintendo Labo existe, pero habrá que comprobar cuánto puede durar. A priori, no es demasiado, pero quizá da igual, y simplemente como colección merezca la pena.

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