Observaciones del Universo reafirman la existencia de materia y energía oscura

Los científicos que procesaban los datos recogidos por el telescopio Planck han puesto punto final a una era transformadora de la cosmología.

Hace unos días celebrábamos el 90º aniversario de Vera Rubin, cuyo trabajo contribuyó al descubrimiento de la materia oscura del Universo. Esta concluyó que las galaxias estaban juntas y no distribuidas al azar como se pensaba. Esta idea no fue aceptada por los científicos hasta 20 años después.

Ahora, los últimos datos de la misión europea Planck, que mapea la luz más antigua del Universo, reafirma el modelo estándar de cosmología.

El modelo que recuperaron es estándar, y mantiene que el Universo está compuesto de materia que podemos ver y tocar; materia oscura fría, que no absorbe ni refleja luz y, por tanto, es imposible de detectar directamente; así como de energía oscura, una fuerza que impulsa la expansión acelerada del Universo. Planck recopiló entre 2009 y 2013 datos que ayudaron a los investigadores a precisar la edad del Universo, así como su geometría esencialmente plana y su composición.

Luca Izzo, investigador italiano del IAA, declaró a este respecto que: «No vemos este tipo de materia porque no interacciona con la luz, y sólo se comunica a través de la fuerza de la gravedad, pero representa el 90% de los componentes de las galaxias».

El CMB (radiación de fondo de microondas) comenzó a transmitirse a través del Universo unos 380.000 años después del Big Bang, mucho antes de que las primeras estrellas comenzaran a brillar. Las pequeñas fluctuaciones son evidencia de semillas que crecieron en la estructura más grande del cosmos, por lo que analizar esta luz puede revelar ideas clave sobre los primeros días del Universo.

Por eso, además de cartografiar la temperatura del fondo cósmico de microondas, la misión Planck también midió la polarización, que indica si la luz está vibrando en una dirección preferente. La polarización del fondo cósmico de microondas presenta una huella de la última interacción entre la radiación y las partículas de materia en el Universo primigenio, y por tanto, contiene información importante y adicional sobre la historia del cosmos.

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