¿Afecta el uso de pantallas al desarrollo del cerebro?

Los libros de Historia hablarán en unos años de cómo las dos últimas décadas cambiaron el mundo. La sociedad no es la misma que en los años ochenta, y no se asemeja en nada a lo que éramos en la década de los noventa. Ahora nuestro planeta está hiperconectado, y la famosa teoría de los seis grados de separación no es nada en comparación con los lazos que han permitido Internet y las redes sociales.

El uso de las nuevas tecnologías ha cambiado también nuestra forma de vida. Trabajar ahora sería imposible sin contar con los ordenadores, el correo electrónico o los nuevos smartphones y tablets, que nos permiten estar comunicados como y donde queramos.

Pero las novedosas tecnologías y dispositivos no solo han revolucionado nuestra forma de trabajar, de comunicarnos o de conocer personas. También han supuesto un gran desafío en nuestra vida personal. ¿Quién no escucha música a través las nuevas plataformas, ve películas o series a través de su tableta o está en permanente contacto con sus familias y amigos a través de los servicios de mensajería instantánea? No solo estamos hiperconectados, vivimos hiperconectados. Y las pantallas tienen buena parte de la culpa. Pero, ¿nos afectan?

A vueltas con la plasticidad neuronal

El concepto de plasticidad neuronal, postulado en neurobiología, no es un término precisamente novedoso para los científicos. Ya uno de nuestros investigadores más famosos, Ramón y Cajal, hablaba de nuestro sistema nervioso como maleable, apoyándose en el descubrimiento que realizó sobre las espinas dendríticas. Y es que además de sus investigaciones, Cajal era un poeta al hablar sobre la plasticidad neuronal, como se ve en su siguiente escrito:

La corteza cerebral semeja un jardín poblado de innumerables árboles, las células piramidales, que gracias a un cultivo inteligente pueden multiplicar sus ramas, hundir más lejos sus raíces y producir flores y frutos cada día más exquisitos.

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La plasticidad neuronal existe, y supone que si somos capaces de ‘ejercitar’ nuestro cerebro, podemos explotar su dinamismo. Hoy en día, sin embargo, hay quien dice que en esta sociedad hiperconectada, corremos el riesgo de ocasionar problemas a nuestro cerebro, ya que según estas ideas, la sobreutilización de pantallas afectaría negativamente a nuestra plasticidad neuronal. Pero, ¿es esto cierto o solo son rumores infundados?

El uso de las pantallas y su efecto en nuestro cerebro

Una de las personas que más ha difundido la posible negatividad del uso de las pantallas sobre el desarrollo de nuestro cerebro es Susan Greenfield, una científica británica. La investigadora, nacida en Londres, se especializó en temas relacionados con la psicología y la neurobiología tras realizar su tesis doctoral.

De hecho, Greenfield es una de las más firmes defensoras de lo que se conoce como adicción a Internet. Según ella y otros investigadores, la época de hiperconectividad que vivimos nos afecta muy negativamente, provocando profundos daños en el cerebro, sobre todo en los más pequeños. Aunque Greenfield suele citar en sus debates una investigación publicada hace dos años en PLoS One, lo cierto es que su trabajo se ha centrado en comportamiento adictivo y la química del cerebro, pero nunca ha realizado ningún estudio sobre su relación con Internet.

A pesar de sus opiniones, son muchos los científicos que no entienden la relación que la científica propone entre el uso de las pantallas y un posible perjuicio a nuestra plasticidad cerebral. Como explica Peter Etchells, investigador de la Bath Spa University, «aún no existen suficientes estudios buenos de tipo longitudinal como para realizar las afirmaciones que expresa Greenfield».

Es cierto que existe cierta contradicción sobre esta temática, ya que como decía Etchells, aún no hay suficientes investigaciones que permitan afirmar una cosa u otra. De hecho, hace algún tiempo la Academia Americana de Pediatría realizó unas recomendaciones para que los niños menores de 2 años no tuvieran ningún tipo de contacto con las pantallas, por su posible perjuicio sobre su salud.

Sin embargo, un estudio realizado por el Medical Research Council de Glasgow, y publicado este mismo año en la revista Archives of Disease in Childhood, afirmaba que existía muy poca relación entre el uso de pantallas y el desarrollo del cerebro, contradiciendo por tanto los postulados de la Academia de Estados Unidos. En el trabajo, se había considerado la participación de un millar de niños, en los que se estudiaron estos dos parámetros, además de otros factores como la actitud de los padres hacia sus hijos, para ver si realmente el desarrollo cerebral se veía afectado. Y las conclusiones fueron claras: no existe motivo de alarma.

Lo que sí sabemos hasta ahora es que el uso de pantallas, por ejemplo, relacionado con la utilización de videojuegos, favorece la plasticidad cerebral, y ayuda a nuestras mentes a mantenerse despiertas. Por tanto, aunque se necesitan más estudios y trabajos que confirmen la nocividad de las pantallas, lo que sabemos hasta ahora es que un uso adecuado y racional de las mismas no es dañino.

Por tanto, es tiempo de disfrutar de los beneficios de las nuevas tecnologías y los avanzados dispositivos, y aprovecharnos de su utilización. La tecnofobia no puede tener cabida en una sociedad, la digital, que ha cambiado radicalmente su manera de vivir, tras años de innovaciones tecnológicas.

Imagen | Flickr, Wikipedia

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