Parque Jurásico, Tiburón o El señor de los anillos son solo algunos de los numerosos títulos de la gran pantalla que han combinado distintas técnicas audiovisuales para aumentar el realismo de su trama. La diferencia de utilizar o no estas técnicas es bastante más importante de lo que solemos pensar.
Los efectos especiales nacieron casi al mismo tiempo que el cine, en un indicio claro de que sus caminos estaban estrechamente ligados. En 1902, solo siete años después de la primera película, se estrenó Viaje a la Luna, dirigida por George Méliès. Fue la primera en utilizarlos.
La cinta, basada en una novela de Julio Verne y en otra de J. H. Wells, narra la historia de unos científicos que viajan a la Luna y se encuentran a unos alienígenas con los que se enfrentan antes de regresar a casa.
Se produjo en blanco y negro, como se hacían las películas entonces, pero contó con unos elementos que la otorgaron un mayor realismo respecto a sus coetáneas: explosiones, efectos de humo y un escenario bien decorado, que simulaba el espacio. Su éxito fue inmediato.
Durante los años siguientes, el cine continuó evolucionando. Las cintas se hicieron progresivamente más largas, ya que al principio duraban solo unos pocos minutos. También añadieron color y sonido. Y de la misma manera, según ha ido avanzando la tecnología, las películas han ido empleando técnicas de efectos especiales cada vez más sofisticadas.
Un breve repaso a su evolución
Los expertos distinguen las realizadas por ordenador, que se llaman “efectos especiales”, de las conseguidas “a mano”, llamadas “efectos prácticos”; aunque coloquialmente todas se conocen bajo el mismo nombre. Estas técnicas de efectos especiales son muchas y muy variadas. Para aproximarnos, podemos resumirlas en varios tipos.
Maquillaje y disfraz
Unas se basan en trabajar sobre los propios actores, maquillándolos y disfrazándolos, como ocurre en Un Hombre Lobo Americano en Londres, de 1981, en donde la escena de la transformación del protagonista en un licántropo es casi lo más famoso de la cinta.
La animatrónica
También existen técnicas que trabajan sobre los objetos inanimados, como la animatrónica. Ésta es una técnica muy antigua, que consiste en implantar mecanismos robóticos o electrónicos en una marioneta o en otro objeto para que se muevan y comparten como un ser vivo.
En el cine hay muchos ejemplos. Dos de los más representativos son Tiburón (1975) y Parque Jurásico (1993), en donde las respectivas criaturas protagonistas lograron un gran realismo en la pantalla.
Miniaturas y perspectivas
Otras pasan por utilizar la perspectiva. Así, hay películas que han utilizado escenarios en miniatura para recrearlos a gran escala en la pantalla. Construirlos en gran tamaño sería muy costoso y lento.
Ocurre en el castillo de Howarts de Harry Potter, en la fortaleza elfa de Rivendell, o en una mítica escena de Los cazafantasmas, entre otras muchas.
Pintura en mate
Asimismo, encontramos varias técnicas que juegan con el escenario, como la pintura en mate, en las que una imagen pintada sirve de fondo a los actores, o los cromas.
Los cromas y el CGI, los reyes absolutos de los efectos especiales
Nos detenemos aquí, en las segundas, puesto que son las más utilizadas desde hace varias décadas para crear los efectos especiales de las películas. Hoy día es difícil encontrar una película o serie de televisión que no las use durante su grabación.
Los cromas son unas telas de color verde o azul que, seguro, ya has visto más de una vez. Sobre ellas, los equipos de postproducción recrean con ordenador (CGI) un paisaje o diferentes elementos para que la trama de la película sea más convincente.
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Ilustración de la cabecera: Gonzalo Chávarri.
