Un equipo del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile ha localizado, por primera vez, una estrella de neutrones aislada más allá de la Vía Láctea, concretamente en la Pequeña Nube de Magallanes. Este descubrimiento ha sido posible gracias al instrumento MUSE del VLT(Very Large Telescope) combinado con datos del Observatorio de rayos X Chandra.
Si de niños nos regalan un telescopio se nos abre una puerta a mundos lejanos y extraños. Contemplar de cerca las estrellas es una experiencia maravillosa; pone en marcha nuestra imaginación y nos hace soñar con lo desconocido. Por fortuna, hay multitud de observatorios en activo que capturan y comparten las imágenes de los cuerpos celestes más lejanos, aquellos que no podemos ver desde nuestro telescopio en la buhardilla.
En este sentido, un equipo del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile ha localizado, por primera vez, una estrella de neutrones aislada más allá de la Vía Láctea, concretamente en la Pequeña Nube de Magallanes. Este descubrimiento ha sido posible gracias al instrumento MUSE del VLT (Very Large Telescope) combinado con datos del Observatorio de rayos X Chandra.
MUSE identificó los restos de una explosión de supernova a unos 200.000 años luz de la Tierra: un anillo de gas que se expande lentamente en las profundidades de numerosos filamentos de gas y polvo, y que se mueve a gran velocidad.
En un comunicado, Bartlett, coautora del hallazgo, explica la importancia del descubrimiento: «Este es el primer objeto de su clase confirmado más allá de la Vía Láctea, y ha sido utilizando MUSE como herramienta de guía. Creemos que esto podría abrir nuevos cauces de descubrimiento y estudio de estos escurridizos restos estelares».
Remanentes de supernova, redes cuajadas de gas caliente y polvo
Cuando se produce la explosión de una estrella masiva, es decir, una supernova, queda detrás una red cuajada de gas caliente y polvo, denominada remanente de supernova. Estas estructuras son determinantes para redistribuir los elementos más pesados, creados por las estrellas masivas durante su vida, en el espacio. A su vez, estos acabarán formando nuevas estrellas y planetas.
Normalmente, esta clase de estrellas apenas tienen unos diez kilómetros de tamaño, pero pesan más que nuestro Sol y se piensa que abundan en el universo. Sin embargo, resultan muy difíciles de encontrar porque solo brillan en longitudes de onda de rayos X.
En definitiva, se trata de un hallazgo único y clave para futuras exploraciones. Además de sus propiedades científicas, este descubrimiento nos permite conocer el universo en su cara más poética, observando estrellas a 200.000 años luz.