Los años 90 fueron de pura fascinación para los primeros usuarios de Internet en España. Alguien llegaba y te contaba con asombro que había hablado con una persona de Australia. O que se había acostado a las cuatro de la mañana después de chatear con gente del otro lado del mundo. Porque claro, Australia estaba muy lejos en aquellos tiempos sin vuelos baratos ni digitalización. Y cualquier sitio con la franja horaria distante podía ser el otro lado del mundo.
Ahora, las distancias se han acortado y el otro lado del mundo no parece tan lejano. En efecto, los vuelos han reducido sus precios. Los viajes, incluyendo las visitas a Australia, se han popularizado, aunque el contexto de pandemia no sea el mejor momento para recordarlo. Pero, sobre todo, las distancias se han achicado por la facilidad de las comunicaciones. Y eso, que había comenzado en esos años 90, con chats de madrugada y seducción por un mundo nuevo a golpe de ratón y teclado, despegó con las primeras líneas de ADSL.
Antes de la tecnología Asymmetric Digital Subscriber Line (ADSL), las conexiones se establecían a través de la red telefónica conmutada. En los primeros tiempos, Telefónica ofrecía la red InfoVía para permitir el acceso a Internet. «Básicamente el módem marcaba un número y con ese número se accedía a un centro. A partir de ahí, con protocolos IP, se accedían a los diferentes portales, como se llamaban entonces», explica Antonio Golderos, miembro del Foro Histórico de las Telecomunicaciones, perteneciente al COIT (Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunciación), doctor ingeniero de Telecomunicación y que trabajó en Telefónica en diferentes responsabilidades en los años en que se implantaron las primeras líneas ADSL.
Antes del ADSL el proceso de conexión aún era rudimentario, sustentado en los módems de 28 kbs y 56 kbs. Quienes lo vivieron recuerdan con toda claridad la repetición de pitidos que hacían estos aparatos para conectarse a Internet. Era como una llamada de teléfono pero con una inquietud añadida. La intermitencia de las luces provocaba una calma tensa en espera de una resolución positiva. Si el módem conectaba con la red, suspiro de alivio. Si no, había que volver a intentarlo. Aquellos pitidos, que incluso en su época sonaban anacrónicos, dieron paso a conexiones más veloces con las primeras líneas de ADSL.
El nacimiento del ADSL: una necesidad
Si el sistema de InfoVía nació en 1995, para las primeras líneas de ADSL hubo que esperar hasta el año 1999 y 2000. Antes tuvieron su momento las conexiones RDSI (red digital de servicios integrados), que aumentaban la velocidad respecto a las anteriores. Pero también se mostraban insuficientes.
«Lo que se veía era que toda la información terminaría digitalizada, incluida la voz. Lo que antes era analógico pasaría a ser digital. Y la extensión de los servicios sería universal», apunta Golderos. «Pronto empezaron a aparecer otras necesidades más profundas. Todo el mundo empezó a pensar en cómo se podía aplicar esto a formas de teletrabajo, a los trámites administrativos, en educación o para el comercio electrónico. La gente y los operadores empezaban a tener la necesidad de que la velocidad de conexión aumentara, porque no era suficiente para todo esto».
Y así ocurrió. Pero para eso se necesitaba una nueva tecnología. Si bien esta aprovecharía la infraestructura del par de cobre para llegar a los hogares y a las empresas. Así se facilitaba el despliegue de un bien, como era Internet, que cada vez era más demandado.
Las primeras líneas de ADSL ofrecían 256 kbs de bajada y 128 kbs de subida. Un incremento sustancial con los módems que se usaban hasta el momento. Pero pronto hubo mayores diferencias. La velocidad de la nueva tecnología alcanzó los 512 kbs de bajada en poco tiempo y, más adelante, vendrían tasas de 1 Mbps y 2 Mbps.
Un abanico de posibilidades
Para los usuarios supuso una mayor velocidad, lo que se tradujo en un acceso más ágil a las páginas web. Y esto implicaba muchas cosas. Para empezar, las webs con imágenes cargaban mucho más rápido, con lo que se volvieron más plausibles. Internet empezaría pronto a dejar de ser una colección de texto salpicados de alguna fotografía comprimida para llenarse de contenido visual.
También se abrió la puerta a los vídeos. Aunque YouTube no surgiría hasta el año 2005, la velocidad empezaba a ser suficiente para el consumo de contenido audiovisual. Sí, había que esperar a que se cargara el vídeo si no querías interrupciones, pero ya era algo.
Golderos recuerda que el impacto de estas nuevas líneas se dio en una amplitud de ámbitos: «El ADSL fue como una revolución en las formas de acceder a Internet, con unas capacidades mucho mayores, la posibilidad de implementar nuevos servicios relacionados con administraciones, con ventanilla única, con comercio electrónico y con otra serie de novedades como la transmisión de vídeo. Y la sociedad empezó a evolucionar abordando la transformación de los negocios».
Las posibilidades del ADSL hicieron reflexionar a las empresas. En las oficinas se hizo cada vez más necesaria una conexión. Hay que tener en cuenta que algo tan sencillo ahora como mandar un email antes podía suponer el envío de una carta postal, si tenía que constar por escrito, o una llamada de teléfono, en el mejor de los casos. Y aquello solo era la punta del iceberg.
Los cambios técnicos
La nueva tecnología, llamada a expandir el uso de Internet de forma definitiva entre la población, era transformadora. No solo por los servicios que podía prestar sino por el trabajo técnico e industrial que había detrás. Las líneas usaban el cable de cobre convencional, de teléfono.
«El ADSL aprovecha la capacidad que la línea de cobre tiene para aumentar su ancho de banda. Para eso se utilizan algoritmos digitales que permiten codificar la información y transmitirla por esas líneas través de un módem ADSL. En el otro extremo hay otro módem, para intercambiar la información», explica Golderos.
Además de la codificación de los datos, para poder transmitirlos de forma más eficiente, el ADSL trajo otros cambios. «En el aspecto industrial y de instalaciones también hubo una transformación”, recuerda Golderos. “Empieza a haber un negocio floreciente de empresas que se dedican a la importación de los módems, hay muchas compañías que se crean para la instalación en los hogares, hay empresas para el mantenimiento. Y, en el ámbito del software, hay nuevas oportunidades relacionadas con nuevos servicios y aplicaciones que tienen como soporte la red de Internet».
Las primeras líneas de ADSL llegaron para revolucionar la conexión a Internet de los hogares y las empresas. Su nacimiento marcó un punto de inflexión en la adopción de la red de redes. Según datos que publica Statista, en el año 2000 había un 13,6% de la población española con acceso a Internet. Cinco años después, los internautas ya eran el 47,9%.
Si bien la nueva tecnología estaba condenada a sustituirse por otra. «El ADSL nace con muchas posibilidades, pero también sabiendo que tiene limitaciones, derivadas de las que tiene el par de cobre. Y, a medida que la demanda de ancho de banda crece llegaría un momento en que no va a ser capaz de soportar los nuevos servicios», señala Golderos. Sin embargo, su expansión fue tal que la fibra óptica, su flamante alternativa, no la superó en número de líneas hasta 2017. Está previsto que el ADSL se apague en esta década, pero nadie podrá disputarle su decisivo papel en la adopción de Internet.
Imagen de portada: Nikotchan