Androides que imitan emociones, juegan y analizan el comportamiento de niños con autismo para mejorar su integración social
Haciendo una retrospectiva a esa fase de la infancia por la que todos estamos obligados a pasar. Ese espacio en el tiempo en el que fuimos muy felices, pese alguna anécdota, vivíamos la vida con mucha intensidad entre juegos, colegios, deberes, hermanos y parques. Que podría haber sido mejor, sin duda, pero, en general, a la gente le suele dejar un recuerdo imborrable en la percepción histórica que se tiene de uno mismo en el presente.
Una de las cosas que más echo en falta es la marcada ausencia de la preocupación que tenía de niña por los problemas que acechaban a los adultos, a los que solía observar con una mezcla de desentendimiento e ignorancia. La sensación de vivir sin problemas o dificultades podía ser tan completa como la absorción que me producía un puzle que mantenía mi total atención.
Es esa mirada amable hacia la niñez, la sensación de estar defendido desde dentro y desde fuera, de dejar hacer sin darle tanta importancia a lo que se hace, de despreocupación y de alegría, la que muchas veces se recuerda.
Probablemente estas líneas os hayan trasladado a algún recuerdo de vuestra infancia, y es que todos tenemos derecho a tener buenos recuerdos, y precisamente en ello están trabajando desde hace tiempo varios grupos de expertos de todo el mundo que apuestan por las nuevas tecnologías como las herramientas para mejorar las destrezas sociales de niños con autismo. Algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que ya hace años que se habla sobre cómo la robótica está cambiando los juegos y las percepciones infantiles.
Entre sus proyectos está el desarrollo de aplicaciones móviles
El proyecto iSecuencias se basa en 100 escenas que ya están programadas y que permiten múltiples combinaciones de ejercicios con los que aprender estructuras básicas del lenguaje o percibir las emociones.
A partir de iSecuencias se desarrolló otra aplicación más compleja y especializada: AbaPlanet, que permite a grandes y pequeños trabajar con las formas de los objetos y el vocabulario más básico, clasificado en 18 categorías: vehículos, ropa, comida… La aplicación se adapta al jugador, decidiendo los contenidos para trabajar según su ritmo de aprendizaje. Y un aspecto muy importante de esta app es que sirve tanto para trabajar en casa como en terapias.
El proyecto más ambicioso, el robot
Las personas autistas suelen tener dificultades para expresarse, para interpretar gestos o expresiones faciales. Comunicarse les resulta muy difícil: cómo controlar sus emociones y procesar la información que les llega a través de cualquiera de sus cinco sentidos.
Por ello los vínculos entre los robots y los niños han sido estudiados en distintas universidades. Y las conclusiones no pueden ser más favorables, los androides son el complemento perfecto para las terapias con niños porque les resulta más fácil interactuar con ellos que con otro ser humano, y, además, se pueden programar para repetir tareas o adaptarse a las necesidades concretas de cada uno.
Así lo han comprobado investigadores del Centro de Investigación Enrico Piaggo de la Universidad de Pisa (Italia), que los niños no rechazan el contacto con robots. En el experimento para aprender a reconocer emociones se usó un robot con apariencia femenina que llegó a enamorar a 20 niños con autismo. En la prueba, un médico se ocupaba de programar las expresiones faciales que el robot iba mostrando.
Otro punto de investigación está siendo la Universidad Zagreb, en Croacia, donde han creado a Rene, un robot que está equipado con un micrófono, cámara y altavoces. Con esta dotación es capaz de diagnosticar la enfermedad a través de un registro de voz y observar cómo el niño establece contacto visual con su entorno. Lo que se persigue con este robot es crear un protocolo específico para mejorar el diagnóstico de los niños. Rene produce estímulos simples y repetitivos con el fin de que el niño preste atención.
España sigue apostando por la robótica
En este contexto, Bernardo Ronquillo, un ingeniero sevillano, ha creado un robot que ha sido seleccionado por Finodex, una aceleradora de empresas con financiación de la Comisión Europea. El prototipo tiene voz natural, una pantalla táctil y una cámara para poder ver. Pero el objetivo principal de este robot es su precio. Sus creadores quieren que sea asequible para todo el mundo, consiguiendo que el robot llegue a costar una décima parte de los que hay en el mercado.
A pesar de todos estos avances y el potencial que tienen estos robots, la ayuda que pueden ofrecernos en algunos casos podría ser limitada, porque cada niño tiene un grado de autismo, y en los de menor nivel resulta más difícil conseguir establecer una relación entre hombre y máquina. Esto quizá se consiga un poco más adelante, aunque no hay duda de que la hora de los robots ya ha llegado. Y no hay marcha atrás.