Hay algunas formas sencillas de reducir el consumo energético del ordenador, bien ajustando algunas configuraciones del sistema o bien revisando el hardware con el que contamos.
Ya hace tiempo que quedó atrás la época en la que un ordenador personal estaba conectado unas pocas horas o incluso minutos a lo largo del día. Ahora vivimos conectados de forma casi permanente, también cuando estamos fuera de casa o de la oficina, y él es uno de los mayores protagonistas del hogar. Esto tiene consecuencias secundarias, como el aumento del consumo energético a causa de los ordenadores, una máquina que hace quince años no estaba en todos los hogares, y menos aún estaba encendida en muchos casos de forma permanente. ¿Cómo se puede reducir este consumo de energía?
La primera opción es lógica pero no siempre la vemos cumplida: si no vas a usar el ordenador, ponlo en reposo. Cada vez más, los ordenadores de sobremesa quedan encendidos las veinticuatro horas del día, durante los siete días de la semana. Incluso los portátiles, especialmente los que traen un SSD en vez de un disco duro tradicional. Mayoritariamente, como forma de tenerlo siempre disponible de forma rápida, sin tener que esperar a que arranque y se inicien nuestras aplicaciones. En algunos casos, porque tenemos tareas de gestión continua o descargamos y subimos contenido a la red constantemente. Si no somos de estos últimos, podemos ahorrar energía (y alargar la vida útil de nuestro ordenador) activando el modo reposo, manteniendo además casi por completo la inmediatez que nos lleva a no apagarlo nunca.
Otra forma de ahorrar energía, esta vez a través del monitor, es desactivar el salvapantallas y establecer un temporizador automático para que el monitor se apague, por ejemplo tras 5 o 10 minutos de inactividad. El salvapantallas lo único que hará será funcionar como un marco digital accidental en el mejor de los casos y consumir energía inútil. También puedes realizar mediciones para determinar la configuración óptima con enchufes inteligentes como MeterPlug, del que hablamos hace unos meses.
Otro punto importante: revisar nuestro hardware, incluyendo periféricos y accesorios. En el caso de los más antiguos pueden estar consumiendo energía de forma muy ineficiente. Por ejemplo, los monitores CRT (o «de tubo») consumen un nivel de energía significativamente mayor que un LCD moderno, llegando en algunos casos al doble. Lo mismo aplica a otros periféricos. Luego ya están los componentes internos del ordenador, que podrán ser más o menos accesibles y fáciles de sustituir en base a su diseño y construcción. Por ejemplo, el ventilador, el procesador, etc.
También es posible ahorrar energía del ordenador desactivando todas las conexiones que no utilicemos. Por ejemplo, si nos conectamos a la red vía Ethernet no tendrá sentido tener constantemente activada la señal Wi-Fi. Si no usamos ningún dispositivo conectado por Bluetooth, sólo supondrá un consumo energético desperdiciado (traducido en una menor autonomía de la batería si usamos un portátil). Es importante repasar si alguna de estas conexiones está activa sin motivo, y proceder a desactivarla. Además, estaremos optimizando el rendimiento del equipo.
Imagen: Earth Times.