Siguiendo el modelo de Holanda, los británicos están cubriendo las zonas de mayores emisiones con paneles recubiertos de un mineral que absorbe el dióxido de nitrógeno.
El problema de la contaminación cada vez está más presente en nuestras vidas. Las grandes ciudades españolas son un claro ejemplo de esta situación, como se puede observar en los altos niveles de humos tóxicos de Barcelona o en la ya famosa boina madrileña. En la mayoría de las ciudades de España, los niveles de polución no alcanzan los índices mínimos recomendados para considerar que el aire está limpio, lo que provoca problemas de salud en la población y un impacto negativo en la economía de 46.000 millones de euros.
Estas circunstancias se agravan si las personas viven cerca de las carreteras. El aire sucio y el ruido hacen que la presión arterial aumente, un síntoma más dañino para el corazón que el colesterol que tanto nos preocupa. Además, el futuro en cuanto a este respecto no es alentador, ya que se estima que el número de vehículos va a seguir aumentando y que, por lo tanto, provocará que el número de fallecidos por humos contaminantes y las muertes prematuras se eleven en los próximos años.
Esta situación no es única del territorio español, sino que se extrapola a prácticamente todas las ciudades europeas. Es el caso de Reino Unido, un país que también registra unos altos niveles de contaminación en sus ciudades. Según los informes, la mala calidad del aire mata hasta 40.000 personas al año prematuramente en este país, teniendo áreas de su geografía que sobrepasan con frecuencia los límites legales marcados por Europa.
Por este motivo, el Gobierno ha decidido poner solución a este problema. Siguiendo el modelo que los holandeses han utilizado en sus carreteras, los británicos están invirtiendo en túneles que absorben la contaminación. Este método consiste en construir una especie de cubierta en las secciones de carretera que más contaminan para evitar así que los residentes de la zona respiren los humos nocivos de los coches.
En primera instancia se probó un tipo de barrera compuesta por paneles de madera de cuatro y seis metros de altura, que fue instalada en la carretera M62, tramo de autovía correspondiente a la ciudad de Manchester. Sin embargo, esta medida ha resultado insuficiente, por lo que se ha puesto en marcha un segundo ensayo que cuenta con paneles de tres metros de altura recubiertos de un material mineral de polímero capaz de absorber el dióxido de nitrógeno (NO2) que producen los motores diesel y que se identifica como el elemento responsable de las enfermedades pulmonares.
Los británicos están trabajando codo con codo con la Autoridad de Carreteras de Holanda para identificar si esta segunda fase del proyecto está funcionando como una verdadera solución a la hora de prevenir las emisiones de los vehículos y averiguar qué beneficios está aportando a la calidad del aire que rodea las estructuras en forma de túnel.
Futuras soluciones a la contaminación
El departamento de transporte de Reino Unido – England Highways – prevé que los volúmenes de tráfico aumentarán más de un 50% desde ahora hasta 2040, por lo que se están invirtiendo millones de libras en esta nueva tecnología para que en los próximos cinco años se consiga mejorar la calidad del aire en los alrededores de las carreteras. «La mejor solución para acomodar el tráfico adicional en nuestras carreteras sin impactar negativamente en la calidad del aire es utilizar vehículos más limpios y de baja emisión. Mientras tanto, estamos invirtiendo 100 millones de libras para probar estas barreras en las carreteras que pueden absorber las emisiones nocivas” ha dicho el portavoz de esta institución.
En cuanto a este respecto, ha anunciado que, con el fin de trabajar el problema desde la raíz, es decir desde los propios vehículos, también están invirtiendo en proyectos complementarios. Se están haciendo pruebas de emisiones de una gama de coches diesel con un nuevo combustible que, en teoría, ayudará a mejorar las emisiones en las autopistas y en la conducción urbana. Además, apuestan por el impulso del coche eléctrico, por lo que pretenden garantizar que el 95% de la red de carreteras tenga un punto de carga de vehículo cada 20 millas.