S-Pen, ¿el retorno del stylus?

Samsung S-pen: ¿el retorno del Stylus?

Aún recuerdo mi primera PDA, una Palm m505 del año 2001, un modelo bastante puntero por aquel entonces, ya que era una de las primeras con pantalla a color de 16-bit . Como todas las PDAs de la época, tenía una rudimentaria pantalla táctil resistiva manejada con una minúsculo stylus de plástico negro que se podía almacenar en la carcasa del dispositivo. ¡Y qué fácil era perder el dichoso stylus!. Un día me encontré uno tirado en la calle y me sentí más feliz que el día que Déagol encontró el anillo de Isildur en el Señor de los Anillos. Lo guardé como un tesoro, por si perdía el mío a manos de cualquier Sméagol de turno.

El stylus vivió su época de esplendor con la llegada de los Pocket PC y Windows CE, donde su interfaz con complejos menús y minúsculas pestañas y botones hacía que su uso fuese absolutamente obligatorio. Incluso se mantuvo en los primeros smartphones, como el Sony Ericsson P800 de 2002 y muchos de los terminales Windows Mobile de años posteriores.

Entonces llegó el iPhone, en junio de 2007, y demostró que con un buen diseño de usabilidad, el manejo de una pantalla táctil puede prescindir de un accesorio de escritura. Desde entonces, el stylus fue denostado por muchos, como ejemplo de un recurso necesario sólo en el caso de un mal diseño de interfaces táctiles y finalmente quedó proscrito: ningún equipo con pantalla táctil que pretendiese tener buena acogida en el mercado podía llevar el infame puntero. No obstante, también se desarrolló un mercado paralelo de accesorios orientados a mejorar la usabilidad en el entorno de alta productividad, llamados punteros capacitivos, o cuando las condiciones climatológicas obligaban a utilizar guantes.

Y fue precisamente en este entorno donde Samsung decidió recuperar el viejo y vilipendiado stylus a finales del año 2011, pero dotándole de características que nadie se hubiera imaginado hace una década y bajo el nombre de S-pen. Un lápiz digital avanzado, con capacidad para detectar 256 niveles de presión sobre una pantalla táctil, lo que permitía una simulación casi perfecta de la escritura manual.

Su buena aceptación ha sido tal que ya existe una nueva versión del S-pen que se incluye en el Galaxy Note 10.1 y en el Galaxy Note II. A continuación, puedes ver una demostración de este último módelo.

Las cualidades técnicas del nuevo S-Pen se han potenciado hasta unos sorprendentes 1024 niveles de detección de presión y ±0.5mm de precisión, además de crecer en largo (+12%) y grosor (+18%) para mejorar su ergonomía. Sin embargo, su verdadero valor viene dado por la alta integración que se ha conseguido entre el S-pen y el dispositivo con el que interactúa, tanto a nivel hardware como software. Concretamente:

  • El terminal detecta la presencia del S-pen cuando está cerca de la pantalla, lo que permite desactivar el resto de contactos sobre la misma; por ejemplo, cuando apoyamos la palma de la mano para poder escribir cómodamente. En la primera versión del S-Pen, la distancia de detección se situaba en los 8mm, que se han aumentado hasta los 14mm en la versión más moderna.
  • El S-pen incluye un botón de función (se presiona con el dedo índice) que permite el acceso rápido a varias aplicaciones, incluida la de notas, o la captura de imágenes en pantalla. Y, a nivel software, se integra perfectamente con las herramientas de edición de imágenes y productividad. Todo esto es algo muy útil si, como yo, eres partidario del BYOD.
  • Otra función muy curiosa es que reconoce fórmulas matemáticas escritas manualmente, lo que potencia el uso de estos dispositivos en el entorno docente. Y permite añadir notas manuscritas virtuales a los “dorsos” de las fotos, en un ejemplo más del skeuomorphismo que impera en el diseño de interfaces hoy en día.

Además, y para finalizar, incorpora una función indispensable para un despistado patológico como yo: un detector de alejamiento que avisa mediante una señal acústica en caso de que el S-Pen y el terminal se separen. Se me saltan las lágrimas solo de pensar que al llegar a casa no me encontraré el hueco del stylus vacío y no tendré que buscar el repuesto que guardo en el cajón de los trastos, como hacía con mi vieja PDA.

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