En un mundo donde la democracia parece estar cada vez más condicionada por intereses externos, existen comunidades que practican una forma pura y directa de participación colectiva. Las comunidades indígenas del Amazonas han demostrado que la democracia no solo se ejerce en parlamentos o elecciones, sino en la vida cotidiana, en la forma en que cada persona tiene voz y poder de decisión en los asuntos que les afectan. Este modelo de organización social ha sido documentado de manera magistral por Sebastião Salgado, un referente del fotoperiodismo y defensor de la diversidad cultural. Y precisamente por esa experiencia en contrastes culturales, el fotógrafo se ha convertido en el nuevo protagonista de Mejor Conectados, una iniciativa de Telefónica.
A través de su proyecto Amazonia, Salgado no solo retrata la majestuosidad de la selva y la riqueza de sus habitantes, sino que también nos invita a reflexionar sobre la forma en que estas comunidades ejercen la democracia. Su trabajo nos muestra un mundo donde la participación y el consenso son la base de la vida en comunidad, ofreciendo un modelo que contrasta con muchas sociedades modernas.
Una democracia basada en la voz de todos
Las comunidades amazónicas practican un modelo de democracia en el que cada miembro tiene derecho y responsabilidad de participar en la toma de decisiones. Antes de adoptar una resolución importante, la comunidad se reúne para debatir hasta alcanzar un consenso. No hay representantes que decidan por otros, ni intereses ajenos que condicionen las elecciones. Todos, desde los niños hasta los ancianos, tienen el derecho de hablar y ser escuchados.
Salgado, en sus años de convivencia con estas comunidades, fue testigo de largas asambleas en las que cada voz era valorada. Este sistema, alejado de la desinformación y la manipulación mediática, demuestra que la democracia es mucho más que votar cada cierto tiempo: es un ejercicio diario de diálogo y compromiso.

La ausencia de represión: un modelo de convivencia
Otro aspecto que impactó a Salgado fue la forma en que estas comunidades educan a sus niños sin recurrir a la represión. La ausencia de castigos y amenazas no implica desorden, sino todo lo contrario: los niños crecen entendiendo la importancia de la responsabilidad individual y la cooperación.
Esta realidad nos lleva a cuestionar la forma en que la sociedad moderna ha estructurado sus mecanismos de control y educación. Mientras en muchos países las normas y restricciones buscan garantizar la estabilidad, en el Amazonas la convivencia armoniosa se logra a través del respeto mutuo y la comunicación efectiva.
Aprender desde la diversidad
La experiencia de Sebastião Salgado en el Amazonas es un recordatorio de que la democracia no depende exclusivamente de estructuras políticas, sino de la capacidad de escuchar, compartir y cooperar.
En un mundo donde la polarización dificulta el entendimiento, aprender de las comunidades indígenas nos permite repensar nuestra forma de organizarnos y conectarnos. La verdadera democracia no es solo un sistema de gobierno, sino una filosofía de vida basada en el respeto y la participación activa de todos sus miembros.