«¿Los humanos deberían conducir coches? Yo creo que no y que debería estar prohibido» afirma Juan Tomás García de la empresa tecnológica ASPgems, citado por el diario El País, e incluso añade que «hay millones de acciones que no tiene sentido que las sigamos haciendo los humanos».
El texto citado, Las máquinas aprenden ya como los humanos (11 de diciembre), destaca los avances realizados en el campo de la inteligencia artificial y concluye que “superados hace tiempo por las máquinas en potencia de cálculo, capacidad para almacenar información o para establecer relaciones entre los datos, los humanos ahora empiezan a ser tuteados en inteligencia”.
La buena noticia es que los cerebros electrónicos cada vez son más perfectos y más eficaces y la mala es que pueden suponer una amenaza para numerosos puestos de trabajo que están siendo amortizados al ser tareas perfectamente realizables por máquinas. Todas las revoluciones tecnológicas tienen profundos efectos sobre los modelos de producción, la economía y el empleo, pero ésta quizá esté arrojando signos más preocupantes que las del pasado.
Este tema, cuyas manifestaciones probablemente se estén confundiendo con la resaca de la crisis de origen financiero iniciada en 2008, es objeto de análisis de la publicación El trabajo en un mundo de sistemas inteligentes de Fundación Telefónica, un trabajo que recoge las opiniones de un grupo de expertos en tecnología procedentes de empresas e instituciones como Microsoft, IBM, Red.es, Pedersen & Partners, Iclaves, la Universidad Carlos III de Madrid, Universidad de Santiago de Compostela, Telefónica Digital, Telefónica I+D y Fundación Telefónica.
La primera cuestión a considerar es ¿qué proporción de empleos pueden ser desempeñados por sistemas inteligentes y robots? Ya un estudio de los profesores de la Universidad de Oxford Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne (The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?, 2013) concluye que en torno al 47% de las ocupaciones que existían en 2010 serán susceptibles de ser realizadas por un ordenador en un plazo de 20 o 30 años. Previsiblemente, las más vulnerables ante la llegada de las máquinas son las relacionadas con los sectores del transporte, la logística, la producción industrial, la construcción y el trabajo administrativo de oficina. La sorpresa llega cuando también aparecen trabajos relacionados con el sector servicios, como por ejemplo, los relacionados con la venta (telemarketing, cajeros…). Frey y Osborne ven como solución a esta carrera entre hombre y máquina la reconversión del trabajador poco cualificado para desempeñar profesiones que demanden un elevado grado de creatividad y habilidades sociales, que a su juicio son menos mecanizables.
Otro trabajo publicado por Nesta en abril de 2015 (Creativity Vs. Robots. The Creative Economy and the Future of Employment) afirma también que las profesiones altamente creativas soportarán mejor la amenaza de la sustitución del hombre por la tecnología, en concreto la robótica y la inteligencia artificial. De acuerdo con el estudio empírico realizado, el 21% del empleo en EE.UU. es considerado creativo, mientras que en Reino Unido la cifra es del 24%. Los humanos prevalecerán en trabajos en los que el producto final no está previamente bien especificado y que requieren de interpretación y cuando éstos se desarrollen en entornos complejos.
El libro El trabajo en un mundo de sistemas inteligentes concede que los ordenadores al tener la capacidad de traducir problemas en forma de algoritmos pueden resolverlos a velocidades espectaculares, si bien siempre han mostrado limitaciones a la hora de “realizar reconocimiento de patrones, sobre todo en contextos reales en los que las condiciones no son óptimas, en los que se requiere integración de muy diversos tipos de estímulos, o cuando es necesario interpretar situaciones…”.
Los autores no entran a valorar las relaciones de superioridad/inferioridad hombre-máquina, pero exponen las distintas posturas académicas que existen al respecto:
“Inteligencia artificial fuerte: los seguidores de esta opción consideran que la conciencia y otros fenómenos mentales son, en definitiva, fenómenos computacionales (al final las neuronas se comportan como sistemas de cero y unos al dejar pasar impulsos o no) y por lo tanto podrán ser replicados por los ordenadores.
Inteligencia artificial débil: los procesos cerebrales causan conciencia, y esos procesos son susceptibles de simulación aunque dicha simulación es algo alejado de la conciencia (como una simulación de lluvia es algo alejado de la lluvia). Los ordenadores podrán llegar a hacer esas simulaciones pero nunca tendrán realmente inteligencia.
Los procesos cerebrales no son susceptibles ni siquiera de simulación computacional. Esta tesis es sostenida por los defensores del dualismo, que consideran que hay dos clases de fenómenos en el universo: los físicos y los mentales. En este caso no es posible que los ordenadores tengan inteligencia, y tampoco que sean capaces de simular procesos inteligentes.”
De esta forma, el grupo de expertos que ha participado en este think tank define tres posibles escenarios alternativos que puede adoptar el mercado de trabajo en el año 2030:
En una visión optimista del futuro ocurriría como en épocas de transformación precedentes: el volumen de trabajo que crea el cambio tecnológico es superior a los empleos destruidos. Y esto sería así por una serie de razones:
- El estudio del pasado nos demuestra que a lo largo de la historia la tecnología ha sido creadora de empleo neto.
- Los avances en tecnología crean nuevos trabajos y sectores de actividad económica aunque reduzcan otros.
- Hay ciertos tipos de trabajo que solamente pueden realizar los humanos, especialmente los que requieren habilidades como la creatividad, la empatía o la interpretación de situaciones diferentes.
- La aplicación práctica del desarrollo tecnológico no es tan rápida. Si bien es cierto que en la actualidad hay prototipos de muchas de las tecnologías futuristas que se presentan, la experiencia dice que generalmente son necesarios bastantes años para que desarrollos tan complejos acaben resolviendo todos los posibles casos y matices que se pueden presentar.
El segundo escenario que surge es abiertamente pesimista y defiende que, a diferencia de otras revoluciones tecnológicas del pasado, en este caso los puestos de trabajo destruidos son más de los que crea la nueva tecnología. Los factores que sostienen esta predicción son:
- El desplazamiento de trabajadores debido a la automatización es ya un proceso en marcha que irá creciendo con el tiempo. Las máquinas desplazan rápidamente a los humanos creando grandes bolsas de desempleo.
- Las consecuencias de las desigualdades sociales serán profundas y el malestar de amplios sectores de la población constituirá un serio problema.
La última alternativa definida es una versión matizada con final casi feliz del escenario negativo, en el que la acción institucional y otros factores suavizarán el efecto catastrófico del cambio tecnológico sobre el empleo. Los argumentos que la cimentan son:
- Las estructuras sociales, legales y regulatorias minimizarán el impacto en el empleo.
- Los cambios serán graduales. Esto sería así en parte como resultado del punto anterior y en parte porque la propia implementación de cambios tan importantes requiere de la sincronización de muchos agentes, lo que no es fácil de conseguir, al menos a corto plazo.
- Parte de la automatización del trabajo se reequilibrará con nuevos puestos de trabajo artesanales, que surgen de la demanda de productos personales y de calidad ajenos a la producción estándar automatizada.