Las redes sociales son una ventana directa para estar al tanto de lo que hace nuestro círculo social. También nos mantienen actualizados sobre las figuras públicas que nos interesan. Sin embargo, querer estar enterados de todo lo que sucede en nuestro entorno social digital puede convertirse en un problema: el síndrome FOMO. Conoce de qué se trata y cuáles son algunos hábitos saludables para minimizarlo.
¿Qué es el síndrome FOMO?
FOMO es la sigla de ‘fear of missing out’, que significa ‘miedo a perderse de algo’. Así, esta condición se refiere a la ansiedad derivada de un deseo intenso de estar conectado continuamente con lo que las personas del entorno social están haciendo. El vehículo para esta sensación de conexión son las redes sociales. Así, aquellos con síndrome FOMO buscan interactuar constantemente en estas plataformas para no sentirse ausentes de situaciones sociales.
Manifestaciones del síndrome FOMO
¿Cuándo se torna problemático el uso de redes sociales para conectar con otros? Se han encontrado diversos síntomas que pueden ser indicativos de este síndrome:
- El uso de plataformas sociales domina las actividades cotidianas.
- Sentimientos de ansiedad, soledad y exclusión ante las situaciones sociales de otros.
- Tendencia a descuidar las relaciones en la vida real.
- Sensaciones de inseguridad, irritación y evitación con respecto a actividades de la vida real.
- Sentimientos de pertenencia y satisfacción dentro de las redes sociales.
Los expertos señalan que el FOMO puede constituir un problema grave cuando:
- Se revisan las plataformas sociales de manera obsesiva.
- Se documentan y exponen sin falta las actividades propias en estas plataformas.
- Aparecen problemas de insomnio.
- Surge malestar alrededor de la imagen personal y la autoestima.
- Otras áreas de la vida como la laboral, académica o familiar se ven impactadas por el uso de redes sociales.
Relación del FOMO y el uso de las redes sociales
Hoy en día, los medios sociales frecuentemente se utilizan para compensar necesidades sociales insatisfechas. También suponen un esfuerzo menor en comparación con situaciones de la vida real.
Sin embargo, esta compensación tiene el potencial de afectar negativamente las interacciones presenciales en el contexto del síndrome FOMO. La revisión constante de contenido y notificaciones va entonces en detrimento de las experiencias sociales de la persona. Igualmente, puede impactar la percepción del usuario sobre su propia vida, ya que consume continuamente versiones editadas de la vida de los demás.
Así, se considera que las personas con esta condición tienden a ubicarse en dos perfiles generales. Por un lado, se encuentran aquellos con autoestima baja y sentimientos de soledad. Ellos hallan especial satisfacción en las plataformas sociales al obtener interacción de otras personas.
Por otro lado, están las generaciones más jóvenes, que dedican una gran parte de su tiempo a lo digital. Ya hasta su educación se aloja en el terreno del Internet. Para ellos, la vida en línea puede ser tan relevante como la vida presencial. Un estudio reciente realizado en Estados Unidos encontró que el 66 % de los consumidores entre los 18 y los 24 años de edad ven los medios sociales como una parte esencial de sus vidas. Específicamente, los usan para pasar el tiempo. A su vez, esta actividad está con frecuencia por encima de relacionarse con familia y amigos.
Prácticas para combatir este síndrome
En esencia, el síndrome FOMO debe tratarse como una adicción a las redes sociales. Así, es clave establecer tiempos definidos para utilizar estas plataformas e, incluso, dispositivos como el móvil o la computadora. Algunas aplicaciones ofrecen herramientas para limitar el tiempo que se pasa conectado. Estas envían recordatorios para darse un descanso o notificaciones cuando se ha alcanzado el tiempo máximo elegido para navegar.
Igualmente, se recomienda implementar hábitos saludables como apagar el móvil ocasionalmente para priorizar una actividad en la vida real. También es aconsejable arrancar el problema de raíz eliminando las aplicaciones que constituyen un problema.
Adicionalmente, otras prácticas cotidianas para minimizar el síndrome FOMO incluyen:
- Consumir solamente contenido que refuerce sensaciones positivas sobre uno mismo.
- Enfocar el registro de la vida cotidiana en un medio offline, como un diario o un álbum. Esto puede transformar la aprobación externa de las plataformas sociales en satisfacción personal y privada.
Esta condición puede impactar significativamente el bienestar de las personas, por lo cual es fundamental equilibrar la vida online y offline y, sobre todo, saber que existen profesionales de la psicología dispuestos a ayudar ante la gestión de estas situaciones.