En 1983, un escalofriante titular era recogido por las cabeceras de los periódicos nacionales: más del 40% de las muertes en España eran debidas a enfermedades vasculares. Casi 60.000 fallecimientos habían sido provocados por infartos al miocardio, un dato que no hacía sino confirmar los peores presagios que venían realizándose desde los años setenta: la sociedad hacía menos ejercicio, comía de manera cada vez menos saludable y para agravar la situación, el consumo de tabaco aumentaba de manera preocupante.
Sin embargo, en los últimos años se ha venido confirmando una mayor preocupación por el cuidado de nuestra salud y bienestar, confirmado por los resultados ofrecidos por la Sociedad Española de Cardiología, en los que se constataba una reducción de un 40% en los fallecimientos por infarto al miocardio, porcentaje inferior al conseguido en Estados Unidos, donde la disminución en la última década de las muertes por esta causa llegaba hasta el 60%.
La salud en el punto de mira de las nuevas TIC
La revolución de las nuevas tecnologías ha llegado a todos los campos de nuestra rutina diaria. También en la nueva e-Health, que ha pasado de ser una promesa de la salud 2.0 a una realidad en la que los profesionales médicos y los pacientes mantienen una relación más estrecha, en tiempo real, sobre los cuidados de la salud individual.
El complejo desarrollo de nuevos fármacos, debido a los elevados costes asociados en recursos económicos, temporales y humanos, junto con la creciente tendencia para implantar lo que se conoce como medicina personalizada, está cambiando de forma radical el sistema de salud. Pero un cambio incipiente podría revolucionar aún más nuestra sanidad. Avanzamos, en un futuro a medio plazo, hacia un modelo no tan basado en el tratamiento terapéutico, sino hacia uno que se complemente a través de la prevención de enfermedades. Teniendo en cuenta este último punto, la aproximación TIC tendría mucho que decir en esta primera fase, antes de que se realice el desarrollo de la enfermedad, su diagnóstico y tratamiento.
Medicina inalámbrica
El dr. Eric Topol es uno de los mayores especialistas en Cardiología a nivel mundial. Además, es uno de los promotores de la wireless medicine, que podríamos traducir como medicina inalámbrica. En los últimos años, el desarrollo de las redes de sensores inalámbricos ha ido en aumento en su aplicación en el ámbito de la salud, tanto a nivel comercial como en la prevención y la monitorización remota de los pacientes.
La utilización de las redes de sensores inalámbricos, también conocida en inglés como Wireless Sensor Networks (WSN) en medicina abarca diferentes ámbitos: desde la monitorización de los niveles de glucosa en sangre (una opción revolucionaria para personas diabéticas) o de la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Como ejemplo, en el estudio de los niveles de glucosa en sangre tradicionalmente se utilizaban lancetas, y se realizaba una punción continuada varias veces al día, con la considerable molestia para el individuo. Ahora, mediante el desarrollo de sensores inalámbricos, que pueden ser implantados de forma interna (el dr. Topol lleva uno en el abdomen subcutáneamente), se puede calcular en tiempo real el nivel de glucosa en sangre, sin tener que causar ningún tipo de daño en el paciente.
Los sensores están conectados con un receptor externo y, en este caso, la medición de la glucosa se realiza empleando sus características ópticas en el espectro infrarrojo. El receptor externo puede ser un dispositivo específicamente diseñado para ello, como se ve en la imagen inferior, o nuestro propio smartphone, como explica el cardiólogo norteamericano en su entrevista en la NBC.
Prevención de infartos mediante el uso de smartphones
Anualmente se realizan en Estados Unidos más de 20 millones de electrocardiogramas (ECG), una herramienta básica para medir la actividad eléctrica del corazón, y esencial en la prevención del desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Cada ECG cuesta aproximadamente unos 800 dólares, suponiendo un importante coste en este ámbito de la Cardiología.
Sin embargo, el desarrollo de la medicina inalámbrica podría permitir un ahorro en estas pruebas, y una monitorización remota, rápida y a tiempo real de los médicos a sus pacientes. Se han creado diversos sistemas en los que mediante unos sensores y a través de un teléfono móvil, el paciente puede realizarse por sí mismo una ECG, y enviar los datos remotamente a su médico, para que éste compruebe el estado óptimo de su salud.
También ha habido avances en el examen físico de nuestro corazón. GE Healthcare ha creado Vscan, un aparato de bolsillo con tecnología ultrasonidos, para realizar visualización en tiempo real, también de forma remota. Con una pantalla de 3,5» y un peso de 390 g, este dispositivo puede ser utilizado no sólo para ver nuestra actividad cardíaca, si no también en otros ámbitos de la medicina, tales como en Pediatría, Ginecología u Obstetricia, entre otras muchas.
Por último, una investigación realizada por el dr. Eric Topol podría revolucionar aún más la prevención de los infartos al miocardio. Además de las actividades de monitorización cardíaca mencionadas anteriormente, el desarrollo de nanosensores, de tamaño menor a un grano de arena, que se inyectarían en el torrente sanguíneo, podrían avisarnos de la alta probabilidad de sufrir un infarto.
Para ello, estos dispositivos serían capaces de detectar si células de las paredes arteriales se desprenden de las mismas para unirse al torrente sanguíneo, lo que es un indicativo potencial de que podríamos sufrir un infarto en los siguientes quince días. Cuando los nanosensores recibieran la señal, la enviarían a nuestro smartphone, que sería el que nos avisara del riesgo para la salud que estamos sufriendo. Nuevas tecnologías que sin duda mejorarán nuestra prevención y cuidado de la salud, y que conllevarán una mejora de nuestra calidad de vida.
Imágenes | Flickr, WSN Blog, GE Healthcare