tecnología wearable

La medicina se sube al carro de la tecnología wearable gracias al grafeno

Científicos británicos e irlandeses transforman simples bandas de goma en auténticos sensores biomédicos gracias al grafeno. Este material podría esconder la clave para adaptar la tecnología wearable al sector salud.

El sector salud ha demostrado ir un paso por detrás en la adopción de nuevos avances tecnológicos. Así ha quedado de manifiesto, por ejemplo, con la introducción del historial médico electrónico. Algo similar parece haber ocurrido con la adaptación de la tecnología wearable hacia fines relacionados con la medicina.

Y aunque el estado de esta industria todavía puede considerarse como demasiado embrionario, lo cierto es que los dispositivos relacionados con la tecnología wearable han mostrado un claro potencial: monitorizar nuestra salud para cuidar mejor nuestro bienestar.

La adaptabilidad de los sistemas de esta wearable tech es fundamental para que puedan ser utilizados en medicina. A pesar de este gran reto, los primeros sistemas biomédicos han llegado para quedarse. Sirvan de ejemplo un implante para medir nuestra presión intracraneal y prevenir problemas como la demencia o una pulsera para controlar los niveles de azúcar en niños con diabetes.

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Conscientes del desafío que supone adaptar la tecnología wearable al máximo para que pueda ser útil, investigadores del Trinity College de Dublín y de la University of Surrey de Reino Unido han utilizado grafeno para fabricar sensores biomédicos. Gracias a su idea han podido transformar bandas elásticas de goma en dispositivos flexibles, que además cuentan con una alta sensibilidad como para recoger datos relacionados con la salud.

Los sensores corporales de movimiento que actualmente existen no cumplen con todos los requisitos como para ser utilizados en medicina. Su elevado coste de producción, complejidad y baja sensibilidad hacen que esa ‘adaptabilidad’ de la que hablábamos antes esté muy lejos de ser óptima para el sector salud.

Los científicos vieron que tras aplicar un tratamiento a las bandas de goma, éstas eran capaces de volverse más elásticas. Sin embargo, el material mejoraba exponencialmente si se fusionaba con grafeno, ya que éste proporciona una respuesta electromecánica al movimiento.

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En otras palabras, el material descubierto en un laboratorio de Manchester en 2004, y protagonista de los Premios Nobel de Física en 2010, permitía transformar unas bandas muy sencillas en auténticos sensores. Gracias a estos dispositivos era posible controlar de manera precisa la respiración de los pacientes, su ritmo cardíaco o su velocidad de movimiento, informando de manera inmediata a los profesionales sanitarios por si había algún problema.

A veces los problemas más complejos esconden su respuesta en soluciones extraordinarias. El grafeno, considerado como el material más importante de la última década, podría ser el método más sencillo para que, por fin, la tecnología wearable cuente con aplicaciones biomédicas. Nuestra salud, y su cuantificación en forma de monitorización, nos lo agradecerán.

Imágenes | Michael Griffiths (Flickr), Pixabay

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