Puede que todavía no conozcas The Line, La Línea. Pero oirás hablar de esa ciudad en los próximos años. Y es posible que alguna vez la visites en tus vacaciones. Más que nada porque es uno de los proyectos más ambiciosos creados por el hombre. Una de las ciudades del futuro. The Line es una ciudad inteligente, una smart city con todo lo que implica esa denominación, ya que ha sido diseñada para no tener coches, calles ni emisiones de carbono.
El proyecto se dio a conocer al público en enero de 2021, la primera fase del mismo debería estar lista en 2022 y terminarse en 2030. De ahí que se englobe en el megaproyecto saudí Saudi Vision 2030. The Line será una ciudad de 170 kilómetros de largo que estará al lado de Neom, otra ciudad en construcción al noroeste de Arabia Saudí y en la que se han invertido 500.000 millones de dólares. Parte de eso dinero irá a parar al proyecto de The Line, cuya población será de unos 9 millones de habitantes una vez esté finalizada.
Por ahora, todo está sobre plano. Promesas de una de las ciudades del futuro más innovadoras del momento. Un experimento a gran escala que esperemos funcione y permita inspirar a otras ciudades ya consolidadas a dar el salto hacia la sostenibilidad y hacia un modelo con menos automóviles privados y menos dependiente de los combustibles fósiles. Por el momento, podemos recrearnos en lo que será The Line.
The Line, una ciudad sostenible e inteligente
El nombre de esta ciudad del futuro se debe a que estará delimitada por dos edificios espejo con un espacio exterior entre ellos. Su anchura será de 200 metros y su altura de 500 metros. La ciudad se dividirá en nodos. Y para evitar el uso de transporte privado, todos los servicios que necesiten sus habitantes estarán disponibles a una distancia de 5 minutos a pie. Y si requieren ir más lejos, un tren de alta velocidad recorrerá la ciudad de punta a punta en 20 minutos.
Por lo demás, la electricidad que necesite para su funcionamiento vendrá de fuentes renovables. Básicamente eólica y solar. Y según explica en su página oficial, el 95% del espacio disponible estará reservado a la naturaleza. Algo a lo que ayuda el hecho de que la ciudad dará, en uno de sus lados, al mar rojo. En concreto, al golfo de Aqaba .En definitiva, una ciudad que pone a las personas en primer plano y que quiere “redefinir el concepto de desarrollo urbano y cómo se verán las ciudades del futuro”.
Otro elemento que entra en juego en The Line, además de la sostenibilidad, es el concepto de Smart City. Su página oficial explica que muchos de sus servicios serán automáticos. Y esos servicios automáticos estarán controlados por inteligencia artificial. En cuanto al clima, principal precaución si hablamos de Arabia Saudí, un país cuya mayor parte del territorio es desierto. En teoría, “el entorno se ha diseñado cuidadosamente para permitir un equilibrio óptimo de luz solar, sombra y ventilación natural. Además, los espacios verdes abiertos en toda la ciudad aumentarán el confort de quienes viven, trabajan y visitan la ciudad”.
Un ambicioso proyecto para un futuro más ‘eco’
Como decía al principio de este artículo, The Line todavía no se puede visitar. Las obras empezaron en octubre de 2021. En 2024 recibirá a sus primeros residentes. Y hasta 2030 no estará terminada, si se cumple el calendario. Por ahora, la información disponible es la que han difundido los responsables del proyecto y la página oficial del mismo, que cualquiera puede visitar y en la que abundan imágenes de concepto que prometen un futuro idílico.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de The Line es precisamente su forma, que le da el nombre. Se trata de una línea gigantesca en el mapa. De ahí que se indique que tendrá 170 kilómetros de longitud y una anchura de 200 metros. En esos 170 kilómetros, la ciudad recorrer tres regiones distintas: valle, montaña y desierto costero.
Como ejemplo de que esta fórmula lineal se puede aplicar en todas partes, en la página del proyecto podemos encontrar un vídeo que, de manera virtual, nos muestra cómo quedaría la isla de Manhattan siguiendo el modelo de The Line. Precisamente Manhattan es uno de los lugares que más presión demográfica tiene. Con 59 kilómetros cuadrados de tierra, concentra una población de casi 1’7 millones de habitantes en 2020. Una densidad de casi 29.000 habitantes por kilómetro cuadrado.
Poco más se puede decir de The Line. En su página encontramos información sobre los distintos sectores profesionales y servicios con que contará la ciudad y que cuentan con innovaciones tecnológicas. Por ejemplo, los pagos serán digitales mediante identificación biométrica y sistemas contactless vía smartphone o wearables. Pero en algunos apartados todo es un cúmulo de conceptos e ideas sin desarrollar. Industria 4.0, economía circular, agricultura vertical…
Tendremos que esperar a que The Line esté en funcionamiento para comprobar si toda esa innovación se ha podido poner en marcha y qué resultados tiene para sus habitantes. Con todo, es un primer pilar y una buena base teórica para poner en perspectiva lo que serán, o deberían ser, las ciudades del futuro. Lugares pensados para que las personas puedan vivir con comodidad y con servicios a su alcance y no simplemente agrupadas en un pequeño espacio como ocurre en algunas urbes en distintos lugares del mundo. Y lo más importante, ciudades que ayudan a que el impacto ambiental del ser humano sea el menor posible.