Los videojuegos, además de servir como herramientas de ocio, también pueden ser aplicados en educación o para crear conciencia en la sociedad. Los ejemplos de Amnistía Internacional o Real Lives lo demuestran.
Los videojuegos fueron objeto de polémica hace años, cuando se pensaba que los diseñados con estrategias de violencia y otras temáticas podían afectar a los usuarios. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Lejos de ser nocivos, se ha comprobado que pueden ayudar a nuestra salud estimulando el cerebro y ser una herramienta de interés en educación. Otros programas, como este del MIT, nos permiten avanzar en ciencia mapeando nuestro sistema nervioso central. Incluso algunos videojuegos se han asociado con un incremento de la productividad.
El lado más social de este tipo de videojuegos comienza también a ser explorado en los últimos años. En ese sentido, por ejemplo, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional ha creado B3h1nd, un juego en el que pretende difundir los peligros del uso de drones con fines militares.
Y es que a pesar de los múltiples beneficios y aplicaciones positivas que presentan estos vehículos, los drones también cuentan con un particular «lado oscuro». Según Christopher Heyns, relator de la ONU, «si los más de 70 estados que poseen esta tecnología, la utilizan para fines militares, el mundo entero se convertiría en un verdadero campo de batalla». Esto ha llevado a Amnistía Internacional a crear un videojuego para crear conciencia y evitar que mueran personas inocentes por el empleo de esta tecnología a nivel militar. El juego está disponible tanto en la App Store como en la Play Store.
B3h1nd no es el único videojuego con este cariz social. Real Lives utiliza esta misma perspectiva, permitiéndonos usar un simulador en el que podemos vivir la vida de una persona de cualquier región del planeta. El objetivo es que los jugadores comprendan las diferencias geográficas, sociales, políticas y económicas de cualquier otro individuo que haya nacido en un punto del mundo diferente al nuestro. La idea en este caso va más allá de crear conciencia, ya que los autores de este tipo de videojuegos pretenden aumentar la empatía de los usuarios y promover su interés y aprendizaje sobre otros países y regiones.
Estos dos ejemplos muestran que el mundo de los videojuegos cuenta con interesantes aplicaciones, no siempre conocidas, que pueden ser aprovechadas por organizaciones de derechos humanos, activistas o profesores. El objetivo es sencillo: dado el tirón que presentan este tipo de juegos entre los jóvenes, es posible mejorar su educación, cultura y conciencia social aplicando estas herramientas de ocio.
Imágenes | Wlodi (Flickr)