vigías de volcanes

La ciencia ciudadana salva vidas en Ecuador con los ‘vigías de volcanes’

La ciencia ciudadana contribuye al progreso de la investigación. Un proyecto piloto realizado en Ecuador, mediante la creación de una red de vigías de volcanes, demuestra que también puede salvar vidas.

Estos días Islandia ha vuelto a ser noticia por su gran actividad volcánica. La posible erupción de Bardarbunga ha puesto en alerta a las autoridades, que recuerdan muy bien los problemas causados por la nube de humo y cenizas que produjo el Eyjafjallajökull en 2010, cuando se obligó a cerrar durante varios días el tráfico aéreo en Europa. Al otro lado del Atlántico, en Ecuador, los conocidos como vigías de volcanes permanecen alerta para evitar cualquier erupción volcánica que pueda conllevar un accidente natural no previsto.

El Tungurahua es un volcán situado en la zona andina de Ecuador. Su nombre procede a la vez de dos términos quichuas, y alude a una «garganta de brasas«. El paisaje que ofrece es realmente impresionante, ya que está localizado a más de 5.000 metros de altura y a 140 kilómetros de Quito, la capital del país.

La última gran erupción del Tungurahua comenzó hace quince años, y desde 1999 manifiesta episodios violentos cada cierto tiempo. El suceso más reciente ocurrió en febrero de 2014, y suele tener como consecuencias la explosión y emisión de grandes columnas de cenizas (que pueden alcanzar varios kilómetros de altura), además de flujos piroclásticos que llegan a superar los dos kilómetros.

vigías de volcanes

La peligrosidad del Tungurahua es más que evidente. Por este motivo, desde el año 2000 se ha organizado una red de voluntarios para trabajar como vigías de volcanes. Su objetivo no es otro que impulsar la ciencia ciudadana: recopilar datos para conocer con mayor profundidad la actividad volcánica.

Sus tareas no son nuevas. Gracias a la carta de Plinio el Joven hoy podemos saber cómo fue la erupción del Vesubio. El trabajo de los vigías de volcanes en Ecuador es ahora diferente: la recopilación de la historia no se realiza a posteriori, como sucedió en Pompeya con la muerte de Plinio el Viejo. El principal objetivo es salvar la vida de las poblaciones que viven cerca de los focos de actividad volcánica.

La red de vigías de volcanes ha crecido hasta alcanzar el número de 35 voluntarios. Su actividad es importante para contribuir al conocimiento en vulcanología, y crucial para prevenir desastres naturales. Además, como apuntan en la revista Journal of Applied Volcanology, el trabajo de estos observadores ha permitido ‘acercar’ la ciencia a la sociedad: «los investigadores no son tan raros – cuentan en una entrevista-, porque los vigías de volcanes son como nosotros«.

La investigación mencionada ha puesto de manifiesto lo importante que puede llegar a ser la ciencia ciudadana. En particular, las autoridades ecuatorianas creen que los episodios violentos de 2006, 2013 y 2014 no tuvieron víctimas gracias a la labor voluntaria e inestimable de los vigías de volcanes.

Imágenes | David Torres (Wikimedia), Carlos Costales (Wikimedia)

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