La apertura de un volcán artificial en Holanda en 2020 propone un nuevo método de reciclar los metales preciosos procedentes de la basura electrónica.
Solo un pequeño porcentaje de los metales preciosos utilizados en la electrónica se recuperan y el Holanda quieren hacerlo con un volcán artificial.
Los dispositivos que usamos cada día contienen reducidas cantidades de oro, incluso platino y también de metales de gran valor, aún no considerados preciosos, como el cobalto o el litio. De hecho, toda batería eléctrica, desde las que están en los móviles a las de los coches eléctricos, necesitan estos dos materiales.
A día de hoy no hay una metodología efectiva para lidiar con este problema. El aumento del consumo y de la producción de dispositivos electrónicos provoca una acumulación de los residuos de este tipo. Y su tratamiento se atasca en un cuello de botella. Sin embargo, el valor de estos metales es tal que existen organizaciones dedicadas a separarlos y reciclarlos. Es lo que se llama minería urbana. Gracias a ella una parte de estos materiales se salvan del abandono.
Sin embargo, podría haber otras alternativas. En Holanda tienen entre manos un proyecto de gran originalidad. Un equipo de estudiantes de la Universidad Técnica de Eindhoven se ha asociado con multinacionales del acero para desarrollar una tecnología que funda los metales reciclables. De esta forma no solo serán conformarán una alternativa sostenible sino económicamente viable. Y es que el reciclaje con medios tradicionales, como la minería urbana, tiene altos costes.
Para que los profanos en la materia lo entendamos, la idea de este equipo es crear un volcán artificial. Su solución consiste en tratar de imitar cómo la Tierra ha reciclado durante toda su historia los residuos.
Un volcán artificial para la basura electrónica
El problema de la basura electrónica es de tal magnitud que requiere soluciones a gran escala. Existen iniciativas admirables, que tratan de reutilizar los componentes lanzados a los grandes vertederos. Como el proyecto desarrollado en Lomé, la capital de Togo y uno de los emplazamientos elegidos por los países occidentales para llevar sus residuos electrónicos. Allí se ha tratado de construir nuevas máquinas, como impresoras 3D, con piezas desechadas pero aún útiles.
El proyecto del volcán artificial holandés pretende, en cambio, tener una escala industrial. En un volcán natural los materiales se queman a altas temperaturas y se devuelven a la tierra mediante la lava. La idea de la estructura artificial es un reactor que pueda fundir los metales a estas mismas temperaturas y forme corrientes de lava ricas en estos apreciados metales.
La diferencia es que en un volcán el proceso dura millones de años y los responsables del proyecto se han propuesto lograr su meta en tres semanas. Para ello emplearán energía eléctrica para calentar los residuos por encima de 500 grados. A partir de ahí la tecnología del reactor provoca que la reacción química de ignición aumente de temperatura hasta casi 2.000 grados. A este nivel casi todo lo que hay dentro colapsa en sus elementos químicos de base. Después, las turbulencias creadas por la reacción de ignición garantiza que todos los componentes fundidos y mezclados se separen en diferentes capas.