En este caso, la nomenclatura importa. El concepto Web 3.0 no es lo mismo que la Web3, al menos para los entusiastas de esta última. El primero es heredero nominal de la Web 2.0. Con el añadido 3.0 se pretendía resaltar la evolución lineal de Internet. Era la llamada web semántica, que vaticinaba un Internet donde el uso del lenguaje natural ganara importancia. Ya las búsquedas no serían por palabras clave simples, como en un idioma para máquinas, sino que se adaptarían a cómo hablan las personas.
Esta evolución se produjo. Ahora sabemos que muchas veces es más fácil preguntar a Google como si fuéramos un niño pequeño que escoger un puñado de palabras precisas y escribirlas en el buscador. Pero los cambios no resultaron tan importantes como para merecer una nueva nomenclatura. De ahí que ahora se haya rescatado el número y se ha remozado el término. El resultado es la Web3. Sin el aparatoso punto y el cero y también sin el espacio.
La nueva Web3 tiene un sentido distinto a la antigua Web 3.0, de la que ya se oía hablar en 2007. El nuevo término lo acuñó en 2014 Gavin Wood, uno de los cofundadores de la red Ethereum. Wood, que después fundaría otro ecosistema prominente en el mundo cripto, Polkadot, se refirió a la Web3 como un ecosistema online descentralizado basado en blockchain.
El desarrollador preside actualmente la Web3 Foundation, que apoya proyectos descentralizados. Y una de las tareas que tiene por delante esta organización también es difundir en qué consiste la nueva evolución de Internet. Para ello la ilustración que ha calado recientemente es comparar las fases por las que ha pasado la red de redes.
La Web3 como la próxima etapa de Internet
Cuando Tim Berners-Lee creó al World Wide Web se dio lugar a una red donde la mayoría de los usuarios solo hacía una acción: leer (ver contenido). Es decir, era un sujeto receptor de información. Esto fue así en un periodo que aproximadamente va desde 1990 a 2005. Pocos eran los que publicaban contenido, aunque esta publicación estaba descentralizada.
La Web 2.0 introdujo otra variable. Internet ya servía para leer y escribir. Entre 2005 y 2020 tomaron fuerza los blogs y aparecieron las redes sociales (Facebook, Twitter o YouTube como puntas de lanza). Ya eran muchos usuarios los que podían ver contenido y publicarlo de forma sencilla. Sin embargo, todo empezó a estar centralizado en unas pocas compañías. Google, Facebook, Amazon o Apple copan la mayor parte de los servicios que usamos hoy en día.
En comparación, la Web3 permitiría leer, escribir y tener la propiedad de una parte de esa Web. Con esta nueva modalidad los usuarios podrán poseer tokens de un determinado proyecto, con lo que de alguna manera tienen parte del mismo. Además, estos tokens permiten ciertas formas de gobernanza. El inversor Packy McCormick señala que la evolución hará posible que Internet sea propiedad de los desarrolladores y de los usuarios.
“Se da en llamar Web3 al fenómeno tecnológico de avance de la infraestructura del funcionamiento de Internet”, describe Juan Jiménez Zaballos, CEO de la asociación de fomento del blockchain Alastria. “Con este fenómeno transiciona de modelos de lectura y escritura a modelos de propiedad, por parte de los usuarios, de activos digitales tokenizados. Es lo que se denomina Internet del valor. Hay nuevos actores y tecnologías y estándares que habilitan el florecimiento de este fenómeno”.
Su relación con blockchain
La Web3 está ligada ineludiblemente a blockchain. Así lo destaca Jiménez Zaballos: “Es una de las tecnologías que facilita este fenómeno con la irrupción de los estándares ERC del protocolo Ethereum y las nuevas funcionalidades de tokenización”. En las múltiples formas que puede adoptar esta evolución de Internet abundan aquellas estrechamente relacionadas con la tecnología de cadena de bloques.
Videojuegos play to earn (que recompensan a sus usuarios solo por jugar), redes sociales descentralizadas, incluso bienes digitales con un formato nuevo, como los NFTs, son algunas de las aplicaciones de la futura evolución de Internet. El uso de la tecnología blockchain permite descentralizar procesos y se espera que dé paso a una nueva fase en la economía digital. Su principal —y anhelado— valor es que se eliminarán intermediarios. Así, el papel de las Big Tech o gigantes tecnológicos será menos relevante en esta nueva etapa digital, según los más entusiastas.
De lo que no cabe duda es de la vinculación entre blockchain y los preceptos de la Web3. “Son dos fenómenos que se entremezclan y que incluso se hace dificultoso diferenciar entre sí”, ahonda Jiménez Zaballos. “La característica de blockchain de ser distribuido y descentralizado pega muy bien con las propias condiciones de Internet y sus nuevas versiones. Los actores del mundo blockchain y cripto pueblan la Web3 y la hacen posible”.
Las cifras indican que cada vez hay más interés en proyectos relacionados con esta evolución de Internet. En 2021 se invirtieron más de 27.000 millones de dólares de capital riesgo en proyectos relativos a criptomonedas. Gran parte de esta cantidad se destinó a iniciativas relacionadas con la Web3. Compañías tecnológicas de gran entidad, como Twitter o Reddit, ya exploran de forma tímida algunas funcionalidades blockchain.
Metaversos y la Web3
El de metaverso es otro de los conceptos que se entrelazan con la Web3. Muchos incluso los tienen por sinónimos en tanto estos mundos virtuales tienen como propósito cambiar las formas de interacción digital. Y esto es mucho decir para un espacio, como es Internet, que actualmente se nutre de un enorme número de interacciones constante.
En cualquier caso, los metaversos cuentan con elementos clave para esta pretendida materialización de un nuevo Internet. Se trata de plataformas que proporcionan una aplicación práctica. Sería una nueva forma de entretenimiento, una nueva forma de acceso a ciertos servicios y una nueva manera de socializar. Todo esto pasado por el tamiz de la descentralización.
“Una vez más vemos cómo blockchain cobra sentido en confluencia con otras tecnologías exponenciales y en conjunción con otros avances en otros campos de la ciencia. En este caso se dan cita los avances de la tecnología inmersiva y los nuevos gadgets de realidad virtual con la tokenización y la descentralización”, expone Jiménez Zeballos, quien añade: “Se puede hacer un metaverso sin blockchain ni cripto, pero sería la versión centralizada del mismo, una opción que han tomado casi todas las grandes empresas”.
Un caso de éxito que se cita con frecuencia es Axie Infinity. Se trata más bien de un videojuego, desarrollado por la compañía vietnamita Sky Mavis. Los usuarios acuden a la plataforma para pasar tiempo de ocio y, al mismo tiempo, obtienen recompensas por jugar. No es un metaverso, aunque contiene algunos elementos de este tipo de mundos virtuales.
Sin embargo, tras este sonado éxito pisan fuerte otras plataformas que sí están consideradas metaversos completos. Son The Sandbox o Decentraland. Axie Infinity tiene alrededor de 2,5 millones de usuarios. Pero The Sanbox ha anunciado que alcanza ya los dos millones de participantes activos.
¿El futuro de Internet pasa por la Web3?
Es fácil caer en las predicciones absolutas cuando una tendencia comienza a ganar adeptos masivamente. De ahí que en los últimos meses hayamos escuchado cada vez más voces diciendo que el futuro de Internet pasa por la Web3. Aún parece pronto para afirmarlo con rotundidad. Sobre todo porque no se puede saber de qué manera van a evolucionar los proyectos existentes los próximos años.
Desde Alastria consideran que esta evolución hacia un Internet descentralizado y donde los usuarios tengan un papel más relevante forma parte del futuro. También apuntan que poco a poco surgirán nuevas funcionalidades. Entre ellas citan la capacidad de trabajar en un entorno digital de trabajo nuevo, en donde se podrán hacer reuniones más productivas que las actuales. Desde luego, la irrupción de entornos de trabajo virtuales solo será una parte de los cambios. En el ocio y el entretenimiento estarán las mayores transformaciones, pues este ámbito es el que retiene más tiempo a los usuarios dentro de Internet ya hoy en día. Jiménez Zeballos destaca que se generará oportunidad de “ofrecer propuestas de valor a través de modelos de negocio nuevos que permitan comprar e invertir en tokens”.
Imagen de portada: Nikotxan.