Xiaomi sólo quiere ganar un 5% vendiendo hardware, pero para conseguirlo debe crecer en servicios dentro y fuera de China. Lo segundo parece complicado.
Cuando Xiaomi comenzó a vender smartphones baratos hace mucho tiempo, la reacción general contra la empresa era pensar que el modelo nunca funcionaría fuera de Asia, pues el hecho de cruzar las fronteras sería crucial y no lograrían obtener los acuerdos necesarios de patentes para que los costes no se disparasen por procedimientos judiciales. Incluso si ese tema se solventara, en Europa, por ejemplo, la existencia de impuestos como el IVA, haría a los terminales poco competitivos, igualando precios con su competencia.
Sin embargo, Xiaomi comenzó su internacionalización occidental seria fuera de Rusia, India y China por España, y nunca hemos llegado a ver hechos realidad nuestros temores sobre el precio. Respecto a los precios oficiales de China en yuanes convertidos a euros, en el peor de los casos se veía un incremento de unos 100€, en gama alta. En terminales de entrada llamados a romper el mercado, como el Mi A1 con Android One, la diferencia era de tan sólo 25€ frente al precio de India, un mercado de bajo poder adquisitivo en el que Xiaomi no suele establecer precios altos.
¿Cuál es la clave según la compañía? Según han mostrado en diversas presentaciones de producto, el beneficio de la división de hardware de Xiaomi, es decir, el margen, nunca supera el 5%. Frente a ello, una compañía como Apple siempre busca estar entre el 30% y 40% en cada producto que lanza, y el porcentaje se incrementa en accesorios como correas del Apple Watch o cables de carga.
Para lograr sobrevivir con un margen tan bajo (que en algún caso probablemente sea incluso menor) en hardware, Xiaomi tiene un negocio importante en servicios y publicidad, que le dan entre un 9% y un 4% de sus ingresos totales respectivamente. Se supone que es lo que le permite ajustar tanto el precio de los smartphones, pero de momento no parecen cifras muy potentes. Los ingresos de China suponen el 64% del total, y crecer más allá de la sección de smartphones y hardware se antoja complicada fuera de las fronteras del país más poblado del mundo.
Que servicios como la tienda, música en streaming o vídeo bajo demanda lleguen a Europa es sencillo. Lo que no parece tan viable es competir contra actores tan establecidos como Spotify, Apple Music, Netflix, Amazon Prime Vídeo, HBO, etc. No es simplemente una cuestión de poder competir en precio contra todos ellos, sino de lograr adquirir derechos de series, películas, documentales y música de calidad y atractivos para el público occidental, cuyos contenidos favoritos ya se encuentran en plataformas conocidas y totalmente establecidas.
Los servicios no funcionan como el hardware, que permite fabricar un dispositivo uniendo piezas que se encuentran en el mercado. Requieren de largos procesos de negociaciones de derechos que a menudo no son muy fructíferos. Si Xiaomi quiere mantener precios, crecer en servicios, pero sobre todo poder contar con unos de calidad, es su gran reto.