¿Y si Europa al final acaba siendo la más inteligente en la carrera de la IA?

La carrera de la IA lleva bastante tiempo acaparando los titulares, con la mayoría de sus participantes concentrados en Estados Unidos y China. OpenAI, Google, Microsoft, Anthropic, Amazon, Meta, Apple, Perplexity, NVIDIA, Oracle, DeepSeek, Alibaba y Tencent son parte de los muchos jugadores que están invirtiendo un sinfín de recursos para ser líderes indiscutidos del segmento. Algunas de estas empresas incluso han cambiado su estrategia para enfocarse pura y exclusivamente en la inteligencia artificial generativa, favoreciendo su rápida expansión. Y mientras todo esto sucede, Europa se ha mantenido prácticamente al margen de la lucha encarnizada por la innovación.

Ojo, que eso no significa que Europa esté fuera de la carrera de la IA, ni nada por el estilo. Sin embargo, lejos está de los niveles de gasto y de compromiso enceguecido por esta tecnología. Claro que existe una excepción: Mistral AI, la startup detrás de Le Chat y varios productos que la ubican al nivel de sus rivales estadounidenses. La firma francesa se ha ganado un nombre gracias al desarrollo de sus propios modelos de lenguaje avanzados, que destacan por ser muy buenos para programar y desplegar agentes de IA, y que también apuestan por la privacidad.

Mistral ya trabaja con muchas empresas de renombre como BNP Paribas, Cisco, IBM y el Grupo Stellantis. Esto le ha permitido convertirse en el máximo exponente de Europa en la carrera de la IA. Y si bien existen muchas otras empresas de la región que también trabajan en el desarrollo de inteligencia artificial generativa, todavía están varios escalones por debajo en materia de desarrollo, financiamiento y exposición pública.

Con Mistral AI midiéndose en soledad contra los pesos pesados de EE. UU. y China, se ha alimentado esta idea de que Europa está retrasada en la carrera de la IA. Cosa que, siendo totalmente sinceros, tiene su buena cuota de verdad. Aunque también es una realidad que ese ritmo de avance más lento no se puede endilgar pura y exclusivamente a una cuestión numérica, independientemente sea por la cantidad de empresas que existen como por las sumas de dinero que fluyen en la comparación entre un sitio y otro. El peso de los reguladores de la Unión Europea juega su parte en esta historia, para bien o para mal.

¿Que Europa esté retrasada en la carrera de la IA es realmente malo?

¿Que Europa esté retrasada en la carrera de la IA es realmente malo?
Foto de Solen Feyissa en Unsplash

La respuesta a este interrogante seguramente dependa desde qué óptica se lo mire. Si nos enfocamos en las posturas positivas y negativas más polarizadas, podemos identificar rápidamente las justificaciones principales para respaldar ambos argumentos.

  • El punto de vista negativo. Que Europa esté retrasada en la carrera de la IA significa que está desaprovechando una tecnología que promete ser revolucionaria. Cosa que se puede traducir en una pérdida de tiempo y de potenciales ingresos milmillonarios en el futuro. Si la brecha con EE. UU. y China sigue creciendo al ritmo actual y no se produce un evento externo que nivele a todos los jugadores (el temido estallido de una burbuja de inteligencia artificial, por ejemplo), seguramente sea extremadamente difícil, o incluso imposible, cerrarla. A lo que se le suma la extrema presión regulatoria de parte de la Comisión Europea, que lleva a que las firmas radicadas en el bloque muchas veces deban dedicar más horas y recursos a tareas de compliance que al desarrollo de tecnologías de punta.
  • El punto de vista positivo. Una Europa que avanza a ritmo lento podría sufrir menos sobresaltos si un evento de alto impacto sacude la carrera de la IA. El potencial estallido de una burbuja de inteligencia artificial podría encontrar a la Unión Europea menos expuesta a los vaivenes de una situación que podría poner a la industria tecnológica y a los mercados bursátiles patas arriba. Además, contar con un marco normativo ya estipulado puede servir como guia para lanzar productos o servicios que se ajusten a la legislación desde el primer momento y que no se tengan que modificar sobre la marcha.

Como se pueden imaginar, ninguna de estas dos posturas es verdaderamente sostenible en el tiempo. Hay demasiados matices a considerar que también son parte de la historia. Desde ya que es extremadamente ingenuo creer que Europa saldrá indemne de la hipotética explosión de una burbuja de IA, o que solo podrá ganar la carrera contra Estados Unidos y China si se produce un evento calamitoso de semejante envergadura.

También es inaudito pensar que la regulación es inherentemente mala, aunque sí que es cierto que la Unión Europea parece haberse apresurado a promulgar una Ley de IA solo para poder presumir con que es la primera región del mundo en contar con una legislación de este tipo. Además, las exigencias de la Comisión Europea han llevado a que muchas empresas prescindan de llevar ciertos productos o características al Viejo Continente para evitarse un dolor de cabeza regulatorio, lo que termina afectando negativamente la experiencia de los usuarios.

Los reguladores juegan su propia partida

Como ya explicamos, los asuntos regulatorios también tienen un rol importante dentro de la carrera de la IA. A finales de 2023 se sancionó la Ley de Inteligencia Artificial, que entró en vigor en agosto de 2024. Según la Comisión Europea, la normativa en cuestión se redactó para ser «a prueba de futuro», pero la tecnología ha avanzado tanto en estos dos años que es difícil saber a ciencia cierta si esa afirmación se puede sostener por tiempo indefinido.

A la Ley de Inteligencia Artificial se le suman otras dos legislaciones claves que hoy son el azote de las tecnológicas estadounidenses en Europa. Nos referimos a la Ley de Mercados Digitales (DMA) y la Ley de Servicios Digitales (DSA), claro. Muchas Big Tech americanas acusan a Europa de regular en exceso, rozando la irracionalidad y provocando costos mayores y demoras evitables. Apple es una de las empresas que más ha cargado contra la Comisión Europea, especialmente por asuntos vinculados con la DMA. Pero en los últimos años son varias las empresas de IA que amenazaron con irse de Europa en desacuerdo con las pretensiones de los reguladores.

Pero así como se entiende la postura contra una «sobrerregulación» europea, deben existir límites ante el vértigo de la carrera de la IA. Cualquier avance tecnológico no puede producirse a costa de la privacidad de los usuarios ni de la manipulación inapropiada de sus datos personales. No importa cuán beneficioso sea.

El dilema es cuánto están dispuestos a ceder los bandos involucrados en esta disputa. Las tecnológicas estadounidenses se han puesto a Donald Trump de su lado, y eso indudablemente les da una ventaja. Europa, en tanto, parece haber doblado las manos de la forma más impensada: permitiendo cambios en el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). La Comisión Europea busca flexibilizar dicha ley para, por ejemplo, acotar la definición de lo que se consideran «datos personales» y permitir su uso para el entrenamiento de modelos de IA cuando sea por motivos de «legítimo interés».

¿Será Europa la más inteligente en la carrera de la IA?

¿Que Europa esté retrasada en la carrera de la IA es realmente malo?
Foto de Steve Johnson en Unsplash

Hoy es imposible saberlo. La carrera de la IA no se va a definir pronto, ni tampoco de un modo tan claro como muchos pueden imaginar. Se habla de inteligencia artificial general, de superinteligencia, de inversiones multimillonarias a través de acuerdos circulares y alianzas que solo meses atrás eran impensadas. Europa está un poco más al margen en cuanto a desarrollos propios de vanguardia en la comparación con EE. UU. o China, y eso es innegable.

Pero como ya comentamos, creer que Europa no se verá salpicada por el hipotético estallido de una burbuja de IA es casi infantil. No solo por las consecuencias que deberían afrontar Mistral y otras startups de la región en caso de producirse un evento así. También, por el impacto que tendría sobre los miles de compañías que no desarrollan inteligencia artificial, pero que sí han firmado contratos suculentos con OpenAI o Microsoft para adoptar ChatGPT, Copilot o soluciones similares para no quedarse fuera de la moda y jugar a tener una estrategia AI first. Las repercusiones pueden ser más amplias y vastas de lo que la mayoría imagina.


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